Entrevista | Guille Milkyway Líder de La Casa Azul
"He intentado hacer canciones expresamente tristes y no me salen"
La Casa Azul actuará en el GermanorFest de Amstel que tendrá lugar en el Parc Central de Torrent y en el que también participan La Habitación Roja, Varry Brava, La Fúmiga o Wau y Los Arrrghs.

La Casa Azul en directo. / Gabriel Guerra Bianchini

Ala espera de publicar nuevo disco, Guille Milkiway sigue celebrando sobre los escenario los 25 años de La Casa Azul, una propuesta de pop divertido, emocional, absolutamente original dentro del panorama musical español y totalmente consolidado. «Todo ha ido sucediendo de una manera tan orgánica y tan natural que no tengo la percepción de que hayamos hecho un salto en ningún momento, nos hemos ido como adecuando, encontrando nuestro terreno de confort y que eso fuera compatible con no traicionarnos», asegura.
Has sido fan del pop antes de ser profesional del pop. ¿Cuántas inocencia respecto al pop te has ido dejando por el camino?
Quiero pensar que poca. A medida que uno se hace mayor y se acerca a esa etapa en la que estás más cerca del final que al principio y que has visto muchas cosas, vas madurando en todos los sentidos. No sé si llamarlo inocencia, porque a veces la inocencia o lo infantil suele tener para ciertas connotaciones negativas. Pero yo sí he procurado mantener como músico esa inocencia, ese impulso libre, esa mirada muy directa y emocional, de poder seguir disfrutando de todo con el primer impulso. Y me pasa también como oyente, intento acercarme a todo con esa inocencia, con esa libertad y con cero prejuicios.
Hablando de prejuicios, ¿qué sientes cuando se pone de moda gente como Calderón, Julio Iglesias, Waldo de los Ríos o Nino Bravo, a los que tú siempre has defendido pero que durante años fueron como una especie de «placer culpable»?
Lo recibo como un «joder, bien, por fin». El propio concepto de «placer culpable no lo entiendo», no sé por qué el placer tiene que conllevar una culpabilidad, supongo que es algo muy de raíz católica. Siempre he reivindicado que mientras a ti te gusten, no hay cosas peores que otras. Y mucho menos todos esos nombres que tú me has dicho, que para mí son ejemplos de cosas muy grandes, de la excelencia en los arreglos, en la producción, en la interpretación... Pero incluso las cosas que no son así, las que aparentemente sean más superficiales o aparentemente menos buenas, si para ti tienen un valor, no merecen ser despreciadas. ¿Quién es nadie para decirle a otro lo que debe sentir?
La marca Casa Azul incluye letras confesionales envueltas de música divertida. Quizá ahora triunfais especialmente porque la gente cada vez tiene menos vergüenza a la hora de expresas sus traumas y cada vez tiene más ganas de divertirse para expulsarlos.
Puedes ser, sí. Para mí un elemento clave que nos diferenciaba al principio era que nuestras letras fueran tan personales. Que aunque estuviese hablando de un enamoramiento lo hiciese de forma diferente, contando mi historia y no los clichés habituales. Y sí, eso que tú has llamado confesional creo que hoy se ha filtrado en muchas partes. Y lo de hacer que haya aparentemente cierta alegría vital en las canciones de La Casa Azul tiene algo que ver con mi manera de ser. No soy optimista, pero cuando alguien me conoce siente que sí lo soy. El futuro no me traslada ningún aspecto positivo, pero en mi manera de hacer el día a día hay cierta alegría y eso supongo que se traslada a mi manera de hacer las canciones. A veces he intentado hacer melodías y canciones expresamente tristes y no me salen.
En tus nuevas letras parece que hay menos agobio o bajón que en los discos anteriores.
Mi intención es esa, una voluntad de quitar trascendencia al agobio y la ansiedad aunque todo eso esté. Reconozco que en varias de mis canciones hay un hiperdramatismo que puede parecer impostado incluso para mí mismo. Todo el mundo lo pasa mal alguna vez y hacer de eso algo especial como yo he hecho no me acaba de gustar. Pero intento mantenerme fiel a esa especie de costumbrismo intrínseco que tiene mi forma de escribir y a veces lo he hecho demasiado. Como cuando mencioné a mi hija en una canción que decía «y cada vez que Nico despertaba, otra discusión». La hice pese a que pensaba: «joder, ahora Nico tiene tres años pero alguna vez tendrá 15, la escuchará y me preguntará si de verdad era un problema para sus padres.
Sí, esa frase es demoledora.
Claro, pero eso sucedía aunque obviamente no tenía nada que ver con ella sino con su madre y conmigo. Así que sí, a veces no he llegado a escribir lo que quería escribir porque eso podía afectar a terceras personas, aunque creo que eso no se debería hacer, deberías mantenerte fiel a tus principios. Ya que has cogido ese camino, ese camino solo tiene sentido si eres fiel a él.
Ahora que dices que La Casa Azul suena en directo mejor que nunca, ¿qué supone para ti volver a casa después de una actuación? ¿Es una liberación? ¿Es un descanso? ¿Es un aburrimiento?
Estoy en una época en la que disfruto tanto de los conciertos que ya no me dan pereza sino todo lo contrario. Estoy como muy seguro y disfruto mucho de lo que hemos conseguido.Sonamos mucho mejor, somos una banda como debe ser, con una puesta en escena muy cercana a la que yo había querido siempre y que todo fluye de manera muy fácil y muy natural... Entonces cuando llego a casa es cuando llegas de un viaje con los amigos en el que te lo has pasado súper bien.
¿Y echarás de menos a las multitudes cuando dejen de estar ahí delante del escenario?
No creo que vaya a ser nuestro caso porque nunca hemos tenido multitudes. Es muy chulo tocar delante de mucha gente pero ni somos un grupo de estadio ni lo seremos nunca ni tenemos un enganche con ese tipo de cosas. Hay que intentar adaptarse a cada momento de la mejor manera y disfrutarlo tal y como es. Hemos tenido mucha suerte y me considero muy afortunado porque puedo vivir de esto sin que nadie me reconozca por la calle. Tener o no tener más público no es algo que me vaya a cambiar mi percepción de la felicidad. Cada día, cuando salgo de casa y cojo la bicicleta y voy al estudio de grabación, soy muy consciente de esa fortuna que tengo de poder estar haciendo esto.
«Aunque luego solo quede un ventanal roto, que nos muestra un prado hecho cenizas», cantas con Soleá Morente en una de vuestras últimas canciones. Eso me ha recordado mucho la frase aquella de «Casablanca» de «el Mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos». Y más en unos tiempos tan convulsos como estos.
¡Hostia! Pues creo, creo que con Soleá estuvimos hablando precisamente de eso. Es el mood del disco, sí que me siento un poco así, como una lucha continua entre intentar vivir una especie de tranquilidad emocional y equilibrio y cierta felicidad, nada demasiado grande. Me acuerdo una vez, en la pandemia, que estaba hablando con Paco Tamarit (el guitarrista valenciano de La Casa Azul) y le estaba diciendo que joder vaya mierda, está todo fatal… Y Paco me dijo: «Oye, Guille, pues yo ahora mismo estoy haciendo un arrocito que me está quedando de puta madre y mientras me quede sueltito ya soy feliz. Desde entonces, siempre que tenemos el típico día que algo sale mal, decimos, «oye, arroz sueltecito», y nos ponemos una canción y esperamos a que se nos pase el cabreo.
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