Entrevista | Ana Morgade Humorista

«No digas en alto nada que en bajito te suene fatal»

Ana Morgade es una de las caras más conocidas de la televisión y de los escenarios donde el humor campa a sus anchas.

El día 29 estará en ‘La Fonteta’ con el espectáculo «Mentes peligrosas», que comparte con otros maestros de la risa como Leo Harlem.

Junto a ellos estarán también Álex Clavero, Carolina Iglesias y David Cepo, en un ‘show’ de 90 minutos para meter goles de risa a la vida.

Ana Morgade en 'Mentes peligrosas'.

Ana Morgade en 'Mentes peligrosas'. / Eyesssence

Begoña Jorques

Begoña Jorques

València

¿Se imaginan una reunión de antiguos alumnos en la que los estudiantes fueron, entre otros, los humoristas Ana Morgade y Leo Harlem? Otra cosa, no, pero las risas iban a estar aseguradas. Ambos estarán el día 29 en el Pabellón Fuente de San Luis -La Fonteta- para traer a València su espectáculo «Mentes peligrosas», en el que comparten escenario con Álex Clavero, Carolina Iglesias y David Cepo, en una suerte de fiesta escolar. 

¿Cómo es «mentes peligrosas», el espectáculo con el que regresa a València?

Nos hemos inventado, digamos, una fórmula para hacer nuestra propia cena de antiguos alumnos que es convertirla con un show, porque es como más nos gusta juntarnos con público. El objetivo es que la gente se lo pase bien con nosotros. Así que es algo más que un show de monólogos. Hacemos una fiesta. Además, para València ha sido imposible seleccionar solo a cuatro cómicos y nos hemos tenido que apuntar cinco porque había bofetadas para ir. Teníamos muchísimas ganas de ir. Vamos a liarla pardísima. No solamente habrá monólogos al uso, sino que vamos a hacer cosas juntos, entrar al monólogo del otro. 

¿A quién va dirigido este espectáculo?

A todo el mundo, aunque es verdad que cada uno tenemos nuestra manera de hacer humor y nuestro público particular o nuestra base de fans. Pero, en realidad, esta ‘escuela’ de la comedia tiene gente que se ha sacado el curso rapidísimo, jovencísima como Carolina [Iglesias], y algún que otro repetidor como Leo Harlem. Lo que mola es que cualquiera va a poder ver tanto referentes de toda la vida con los que se lleva riendo desde que tiene recuerdos, hasta gente a la que está viendo ahora que están de súper actualidad y que también se apuntan a la fiesta.

¿Qué le dirías a tú y yo del colegio, del instituto?

No te agobies porque se te olvide alguna asignatura. No la vas a usar tanto como pensabas.

 ¿Conservas amistades de tus tiempos de estudiante?

Sí, totalmente. Tengo amigas del cole todavía, con las que seguimos quedando, y de la universidad también.

La fama no ha pasado factura.

 Soy prácticamente la misma. He cambiado poquísimo. Sigo siendo una persona jovencísima, de hecho.

¿Compartir escena con cuatro humoristas es más fácil o más difícil que enfrentarse a un monólogo?

Cuando trabajamos juntos pasan muchas cosas que son muy guays. Una es que tienes la oportunidad de aprender de tus compañeros porque poder verlos literalmente desde la fila cero siempre es muy divertido. Y luego tener la oportunidad de trabajar con gente con la que normalmente es muy difícil. Hay agendas ahora mismo que están petadísimas. Y en este show nos juntamos, hacemos sketches juntos y luego nos vamos a cenar juntos. En realidad, el trabajo es una excusa. Nos lo pasamos muchísimo mejor casi que el público.

Los "alumnos" que estarán en València.

Los "alumnos" que estarán en València. / Urban

¿Por qué el título de «Mentes peligrosas»?

Por que peligro tenemos todos. Y mente, la justa.

¿Hay mucha improvisación?

Hay momentos para todo. Va a haber instantes donde la gente va a poder ver a los monologuistas en su salsa, lo que sabemos hacer mejor que nada. Y también hay momentos donde nos metemos en líos los unos a los otros, nos proponemos cosas, interactuamos con el público. Hemos intentado que en el espectáculo haya mucho ritmo y que la gente realmente vea algo que no ha visto hasta ahora.

¿El directo permite ser un poquito más políticamente incorrecto?

En realidad, si lo piensas, todo el mundo lleva un televisor encima, que es un teléfono móvil. En cualquier momento se graba y se hace viral. 

¿Te cortas ahora más que cuando no había redes sociales?

Yo como que no me he tirado a las redes. Aparecieron ya cuando yo era bastante mayor. Pienso mucho en la gente joven que está pasando por etapas donde estás un poco fabricándote como ser humano y fabricando toda tu estima. Y tienes que lidiar con todo esto. Y me parece una barbaridad. Creo que tenemos muchísimas razones para admirar a la gente joven que tiene que enfrentarse a eso con unas edades que yo no sé ni qué habría hecho. Pero a mí ya me llegado todo bastante mayor. Y como señora mayor que soy, cada vez las uso menos. Estoy volviendo a hacer punto, a quedar con las amigas a hacer cerámica. Me estoy uniendo al lado contrario.

¿A quién te gustaría hacer reír?

La verdad es que no lo he pensado nunca. La pregunta es complicada. Mira, a mí lo que más ilusión me hace es que venga la gente cuando no está en un buen momento. Cuando consigues arrancar una sonrisa a alguien que no está pasando por su mejor etapa, para mí eso es una victoria absoluta. Hace poco una mujer vino y nos dijo que estaba enferma y que le habíamos hecho reír y que se había olvidado de todo. Y cuando te dicen esas cosas, realmente es súper emocionante. Es lo que te conecta profundamente porque todo esto merece muchísimo la pena.

Siendo tantos sobre el escenario, cada uno tendrá su propia forma de ver el humor y sus límites.

Yo siempre he pensado que tu mejor amigo es el sentido común y que no digas en alto nada que en bajito te suene fatal. Esto creo que es una cosa básica. Es verdad que parte de esas nuevas sensibilidades para mí es buena. O sea, que cada vez haya más gente que forme parte del mainstream significa que cada vez respetamos más sensibilidades diferentes. Que antes solamente se hacía un humor que le hacía gracia a unos pocos. Y cada vez más personas se dicen, «oye, esto no era gracioso; era bullying», pero no nos dejaba impedirlo. Y escuchar esas voces me parece súper bueno. Porque uno aprende también a escuchar sensibilidades y realidades diferentes a las suyas. Creo que afinar un poco la sensibilidad no le sobra a nadie. 

Hace poco denunciaste un caso de machismo con un directivo de televisión en tus comienzos. ¿Ha cambiado esta situación?

Creo que ha cambiado muchísimo y a mejor, pero porque al final el humor está muy conectado con cómo funciona la sociedad. ¿Qué le preocupa a la sociedad? ¿Qué le divierte a la sociedad? ¿Qué espera? ¿Qué le importa y qué le deja de importar? El humor cambia con las preocupaciones y las prioridades que tiene la sociedad. Ahora nos preocupa mucho más que hace años ser respetuosos y trabajar por la igualdad. Pero también queda mucho por hacer no solo en machismo, sino también en racismo, transfobia o gordofobia.

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