Hermanos Camiseta

«Somos los Félix Rodríguez de la Fuente en busca de la mejor camiseta»

Son arqueólogos de lo textil. Luis Cid y Enrique Centelles -Lewis y Henry- triunfan localizando, comprando y vendiendo camisetas de los años 90. Un hobby convertido en negocio y ahora en una emoción. La combinación perfecta entre la nostalgia salvaje, el estilo supremo y la memoria colectiva a través de camisetas gráficas que son parte de nuestra historia.

Lewis y Henry posan con parte del stock que tiene Hermanos Camiseta.

Lewis y Henry posan con parte del stock que tiene Hermanos Camiseta. / HC

Amparo Soria

Amparo Soria

Valencia

Se llaman Luís y Enrique, pero sus alter ego son Lewis y Henry para diferenciar sus dos vidas: la que destinan a trabajar para tener una pensión digna y la que desarrollan por amor al arte. Es un «arte» real: encontrar camisetas de la década de los 90 y los 2000 que son objetos de deseo por su exclusividad y por la emoción que generan cuando las visten. Lo que empezó siendo un entretenimiento se ha convertido en una filosofía, una contribución al estilo y al actitud de quien adquiere una de estas piezas de coleccionista a través de sus plataformas online. Una gira de Luís Miguel por América, otra del Grand Prix, de Operación Triunfo 1 o cualquier otro recuerdo que al ver una imagen sobre una camiseta queda desbloqueado en la memoria. Uno es abogado en un gran bufete; el otro trabaja en un gigante tecnológico. Pero en la calle son los dos tipos que regalan carisma por vestir una de sus reliquias.

He leído que los Hermanos Camiseta hacéis «arqueología textil», que me parece la mejor definición sobre el trabajo que habéis creado. ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? ¿Cómo empezó todo?

Somos como dos Félix Rodríguez de la Fuente en busca de las mejores ‘camis’, pero en vez de los prismáticos llevamos olfato para encontrar joyas olvidadas. Esto empezó como empieza todo lo bueno: por vicio. Por tener ‘camis’ que nadie más tuviera, por buscar esa de Los Planetas del 98, o una de esa película de bajo presupuesto que vimos un día no sabemos ni cómo ni por qué. Nos flipaba la historia detrás de cada camiseta, el tacto de una buena serigrafía vieja, las etiquetas noventeras, las costuras hechas para durar. Lo llamamos «arqueología textil» porque, además de que queda de lujo, en realidad, nos dedicamos a desenterrar historias estampadas en algodón. Al principio era para nosotros, para ponérnoslas, fardar y contarnos batallitas. Pero un día dijimos: ¿Y si montamos algo con esto? ¿Y si salvamos estas ‘camis’ del olvido y las devolvemos a la calle? Hasta que dijimos: «Oye, esto se nos ha ido de las manos, o montamos algo o acabamos saliendo en Callejeros». Y así, entre cervezas, nostalgia y muchas horas de rebuscar como ratas en mercadillos, trasteros y foros, nació Hermanos Camiseta.

Supongo que el interés y la curiosidad que os llevaron a crear HC son los mismos sentimientos que habéis despertado en el público que las ha vestido. ¿Cuánto hay de estilo y cuánto de nostalgia?

Pues mira, es un combo criminal. Hay estilo, claro -porque llevar una ‘cami’ de Bustamante en sus inicios en Operación Triunfo bien puesta te sube el carisma diez puntos sin tener que decir ni mú-, pero lo que realmente engancha es la nostalgia salvaje. Esa que te pega un bofetón en la cara y te dice: «¿Te acuerdas cuando veías El Grand Prix cenando croquetas?». Pues eso. La gente se prueba una ‘cami’ y de repente está otra vez en la furgo de su padre camino al camping, con Los Chichos de fondo. Da igual si eres milenial, Gen Z o de la quinta de Leticia Sabater, el veneno entra igual. Lo que vendemos no es solo ropa, es un pedazo de historia, y eso no pasa de moda. Y ojo, que aquí no vienes tú a elegir la camiseta… Ella te elige a ti. Esto no es Bershka, esto es alquimia callejera. Cada ‘cami’ tiene su dueño, y cuando lo encuentra, se acopla como un guante robado. Hay algunas que colgadas no dicen nada, pero te las calzas tú y de repente pareces Robert De Niro.

"Las de los 90 eran pura ingeniería, algodón del que no se rinde, costuras como para sujetar un puente y estampados que ni el tiempo se atreve a tocar"

En lo que sí hay nostalgia es en las calidades de los años 90, tanto en los textiles como en los prints y serigrafías. ¿Se ha perdido el gusto por hacer las cosas bien o la oferta es tan grande que hay que ser competititvos con los precios?

Cien por cien. Antes las ‘camis’ te miraban a los ojos. Tenían carácter, peso, y estaban hechas para sobrevivir a lo que fuera: botellones, pogos, veranos enteros metidas en una mochila. Las de los 90 eran pura ingeniería, algodón del que no se rinde, costuras como para sujetar un puente y estampados que ni el tiempo se atreve a tocar. Se ‘curraban’ los textiles con ganas, las tintas mordían el algodón, los cuellos venían para durar más que la batería de un Nokia. También se ha perdido la magia del diseño, antes había buen ojo haciendo cosas originales, potentes. Ahora todo va más rápido, más centrado en volumen que en cariño. Lo entendemos, hay que ser competitivo y adaptarse. Pero claro, cuando pruebas una ‘cami’ de hace 30 años bien hecha, te das cuenta de lo que era hacer las cosas con mimo y sin prisas, tenían personalidad. Lo de ahora es ‘fast fashion’, velocidad y ruido. El gusto por hacer las cosas bien se ha ido por el váter en nombre de los márgenes y los Excel. La gente quiere camisetas a cinco euros y se quejan de que en la segunda puesta ya tiene pelotillas.

Lewis y Henry posan con parte del stock que tiene Hermanos Camiseta.

Lewis y Henry posan con parte del stock que tiene Hermanos Camiseta. / HC

Lleváis tres años en esto. ¿Cuáles son las mayores reliquias que os habéis encontrado?

Tenemos unas cuantas reliquias que nos hacen llorar de la emoción. Por ejemplo, una original de Woodstock ‘94, con el logo de la paloma sobre la guitarra en el frontal, que se vendían en el mismo festival y que ahora son imposibles de encontrar en buen estado. Historia pura. Otra joya es una de Bustamante en sus inicios en OT, de la primera hornada, de esas que se vendían en kioscos con la Super Pop, con brillo y sin ironía. También tenemos una colección bastante potente de Luis Miguel, especialmente de sus giras americanas de finales de los 90 y los 2000. Impecables en diseño, con fotos de promo en alta definición, y con ese punto hortera elegante que solo él puede llevar sin despeinarse. Y el santo grial: una de la última gira de Mecano, el de 1991, con diseño frontal de Coca-Cola y el logo del ‘tour’, y por detrás Ana, José María y Nacho a todo color, entre pop sofisticado y drama ochentero. Una pieza que ya no solo es vintage, es historia del pop. 

Si tuvierais que elegir una cada uno... ¿Cuál sería? 

Eso es como pedirle a una madre que elija a su hijo o hija favorito. A ver, Henry se queda con esta joya de 1994, promoción de la película de Los Picapiedra en colaboración con McDonald’s, etiqueta Hanes, ‘print’ frontal gigante con el RocDonald’s y ese ‘look flintstoniano’ que huele a Happy Meal. Es absurda, noventera y perfecta. Una fantasía de las que no se repiten. Y Lewis va con esta de Rod Stewart, del World Tour del ‘96, con ese ‘front print’ enorme en plan estrella del pop con laca y cara de «sé que te gusto», y un ‘backprint’ con todas las fechas de la gira que te dan ganas de seguirle por el mundo en caravana. Alguien le quitó la etiqueta, pero sospechamos que es una Fruit of the Loom de las de antes.

Las camisetas favoritas de los Hermanos Camiseta: Una gira de Rod Stewart y la promoción de la película de Los Picapiedra con McDonalds.

Las camisetas favoritas de los Hermanos Camiseta: Una gira de Rod Stewart y la promoción de la película de Los Picapiedra con McDonalds. / HC

Se encuentran camisetas iguales o parte de la exclusividad de vuestro trabajo reside en la originalidad de que solo haya una?

Encontrar iguales es como buscar una aguja en un pajar. La mayoría de veces, cada ‘cami’ es una pieza única, con su historia, su desgaste, su olor a litrona del 97. Pero de vez en cuando se alinean los astros y pasa el milagro. Suele ocurrir cuando damos con un coleccionista con síndrome de Diógenes textil, o cuando una tienda de los 90 cierra y aparece el Santo Grial: el ‘deadstock’ [stock que no se ha vendido], la ropa original de la época, nueva, sin usar, que se quedó pillada en un almacén durante décadas. Una especie de cápsula del tiempo hasta que llegan los Hermanos y se les cae el moquillo. Un ejemplo claro es la de Alejandro Sanz - Corazón Partío que le dimos al cantante Guitarricadelafuente. Nacionalismo sentimental en estado puro. 

"Cuando alguien se pone una de nuestras camisetas y nos dice que se siente como si le hubieran enchufado 20 años de historia por las venas, sabemos que vamos por el buen camino"

La popularidad que habéis alcanzado ha llevado vuestras camisetas a artistas como Diego Ibáñez, Nathy Peluso, Sebastián Yatra o Palomo Spain. 

Nos flipa, la verdad. Verles ‘rockeando’ nuestras camisetas es una locura preciosa, porque es gente que admiramos, que tiene un rollazo increíble y que encima se sube a un escenario con algo que hemos rescatado nosotros. Se alinea todo: la música, el estilo, el trabajo que hay detrás y la emoción. Cuando alguien se pone una de nuestras camisetas y nos dice que se siente como si le hubieran enchufado 20 años de historia por las venas, sabemos que vamos por el buen camino. Hay quien las lleva de festival en festival como si fueran su segunda piel. Nos mandan fotos sudados, felices, con cerveza en mano, diciendo: «Tíos, mi nueva ‘cami’ favorita». Eso es gasolina para nosotros. Nos da igual si eres cabeza de cartel o tocas en el garaje de tu primo -si entiendes el rollo, ya eres de la familia.

En qué posición se encuentra España -y València, en concreto- en este mercado tan concreto?

Está empezando a crecer, y lo mejor es que aún estamos en pañales. En sitios como EEUU o Japón, el culto a la camiseta gráfica es religión, hay ferias, coleccionistas que te sueltan billetes por una etiqueta bien cosida, y una cultura textil que te vuela la cabeza. Aquí en España todavía vamos por detrás, pero ojo, el hambre se nota y la movida está empezando a rugir. Y en Valencia, más de lo mismo. Tiene todo: calle, estilo, historia, y peña con ganas de vestir diferente. Solo le falta más altavoz y menos miedo al qué dirán

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