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Cuando el vino es auténtico no necesita adornos

Mas de 2.000 años de tradición vitivinícola y un patrimonio intangible en forma de viñedos centenarios sitúan a la DO Utiel-Requena entre las más valoradas. El consumidor tradicional superó hace años el corsé de las tres erres (Rioja, Ribera y Rueda) y elige sin complejos vinos de otras zonas como Utiel-Requena. Ahora, el reto se centra en la conquista de consumidores más jóvenes.

La tradición vitivinícola es el principal patrimonio de la Denominación de Origen.

La tradición vitivinícola es el principal patrimonio de la Denominación de Origen. / Urban

Vicente Morcillo

Vicente Morcillo

La tradición vitivinícola en el interior de la provincia de Valencia se remonta a más de 2.000 años, a la época de los íberos, tal y como atestiguan algunos yacimientos de la comarca Requena-Utiel como los de El Molón en Camporrobles, Las Pilillas en Requena o Kelin en Caudete de las Fuentes. A partir de la vid y el vino se ha construido un paisaje dominado por interminables filas de viñedos y pequeñas parcelas de cepas centenarias rodeadas de bosques mediterráneos. Generación tras generación estas tierras de secano han ido moldeando una historia que ha fortalecido la experiencia de miles de familias dedicadas al cultivo de la vid.

Constituido en 1975, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Utiel-Requena es el garante de preservar toda esta tradición entorno al vino. Desde su sede en la Bodega Redonda de Utiel (una singular construcción compuesta por dos edificios, uno de planta circular y otro rectangular que fueron empleados como bodega de elaboración en los siglos XIX y XX), el organismo gestiona aspectos como el control de calidad de los vinos, las producciones de los viñedos registrados en el censo vitícola y la promoción y difusión de la cultura del vino de la comarca. Sus dominios se extienden a lo largo de nueve municipios del interior valenciano (Caudete de las Fuentes, Camporrobles, Fuenterrobles, Requena, Siete Aguas, Sinarcas, Utiel, Venta del Moro y Villargordo del Cabriel), con una extensión de casi cuarenta mil hectáreas de viñedo distribuidas en miles de parcelas con una altitud media de entre 600 a 900 metros sobre el nivel del mar. Su particular clima, de perfil continental con matices propios del Mediterráneo; sus gélidos inviernos y secos veranos y su amplia diferencia térmica entre el día y la noche facilitan una óptima maduración de la uva, sobre todo en la variedad Bobal, autóctona de la zona y predominante en la denominación de origen, donde ocupa más del 70% de la extensión total.

El organismo representa a más de cinco mil familias y 110 bodegas elaboradoras, lo que convierte al viñedo en el principal motor económico de la zona, ya que además de los miles de agricultores que se dedican al cultivo de la vid, un buen número de vecinos de la comarca trabajan en bodegas o en empresas vinculadas de un modo u otro con el mundo del vino.

Cualquier momento es bueno para disfrutar de los vinos de Utiel-Requena.

Cualquier momento es bueno para disfrutar de los vinos de Utiel-Requena. / Urban

Aunque durante décadas sus vinos se destinaban a otras zonas para aportar color y estructura a los caldos de otras regiones, desde hace más de treinta años se ha producido una interesante ‘revolución’ alrededor de los vinos de Bobal (principalmente tintos de equilibrada acidez y notable carga aromática, pero también rosados frescos y frutales) gracias a la pericia de decenas de enólogos, en su mayoría formados en la Escuela de Viticultura y Enología de Requena, uno de los centros formativos de referencia a nivel nacional.

Tradicional productor de tintos, las últimas tendencias del mercado han empujado a la DO Utiel-Requena a reordenar sus estrategias promocionales, que durante años se centraron en conquistar a un perfil de consumidor habituado a consumir vino, aunque de otras regiones. Eran los tiempos de las tres erres (Rioja, Ribera y Rueda), y a base de buenos vinos, insistencia en la promoción y renovados métodos de comercialización, lograron pasar de ser una DO emergente a convertirse en una de las regiones vitivinícolas españolas mejor valoradas. La batalla para ‘reconducir’ a un perfil de consumidor que se sitúa por encima de los 40 años parecía ganada, por lo que en los últimos años el equipo de promoción y marketing del Consejo Regulador ha centrado sus esfuerzos en acercarse a un nicho de mercado con consumidores nacidos en le década de los años noventa, que según algunos estudios los sitúan como los que mayor inquietud muestran por descubrir nuevos productos.

El reto se presentaba complicado, ya que la DO no quería perder una identidad que durante décadas ha tratado de consolidar. Parecen haberlo logrado con su último proyecto de promoción, bajo el claim ‘cuando no sepas qué pedir, sencillamente di vino, di Utiel-Requena’, mediante el que buscan compartir el vino con naturalidad, con una marca cercana y desenfadada que confían en que les permita conectar con un público más amplio sin perder credibilidad; pero también fijando valores como las raíces y la sostenibilidad y trabajando para expandir la marca nacional e internacionalmente a la vez que se explora por nuevos canales de comunicación.

Las redes sociales son vitales en la nueva campaña de Utiel-Requena.

Las redes sociales son vitales en la nueva campaña de Utiel-Requena. / Urban

La promoción se proyecta de manera directa al público joven, dirigiéndose a ellos sin rodeos, de una manera original y desenfadada, aunque sin renunciar a los valores inherentes de un territorio vitivinícola con miles de años de tradición. Una campaña sin artificios, dinámica y desenfadada, con la versatilidad suficiente para ganar notoriedad en canales como Instagram o Tik-Tok y encontrar nuevos perfiles que respondan a la invitación de «disfrutar del vino sin prejuicios, a conectar con nuestras raíces de forma consciente, y a mirar con ambición más allá de nuestras fronteras», según destacan desde el Consejo Regulador. Porque el vino, cuando es auténtico, no necesita adornos.

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