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Entrevista | Enric Cuxart

"Todavía hay gente en Valencia que me para por la calle"

Los goles se precipitaron a última hora de la tarde de un final de Liga en Mestalla en 1990. Tres fogonazos en 15 minutos de un larguirucho canterano extasiaron a la grada, que celebró un subcampeonato con honores de título

"Todavía hay gente en Valencia que me para por la calle"

Enric Cuxart aprovechó bien su oportunidad para subir al Valencia desde la cantera.Dejó una huella imborrable con su irrupción en aquel cierre de temporada ante el Logroñés.

Buff, sí, la verdad es que sí. Salí al campo en los últimos minutos (min. 66) y todo salió redondo. Mi salida fue el revulsivo a la hora de rematar. Pero todo el mérito no fue mío. Fue la forma de jugar y de llegar, hasta que Paco Ferrando abrió el marcador. Eso ayudó a todo lo demás. El equipo reaccionó. Tuvo llegadas y tuve la fortuna de rematarlas.

Imagino que recordará perfectamente los goles...

Sé que uno fue con la derecha, uno con la izquierda y otro de cabeza. Creo que el segundo fue un rechace que volví a rematar y el tercero un chut desde fuera del área tras un control. Así que el de cabeza fue el primero.

¿Qué siente un chaval de 21 años en un estreno semejante?

Fue una sensación maravillosa, con los amigos y la familia en la grada, Mestalla lleno. Una experiencia que ni en la vida imaginé y que nunca voy a olvidar. Fue un día especial... Supuso el remate perfecto a una temporada en la que el equipo estuvo muy compacto, muy regular, que terminamos segundos después de una época difícil. Y yo crecí muchísimo. Lo que recuerdo es que no paré de correr y de correr.

¿No se esperó demasiado Víctor Espárrago (entrenador) para darle la alternativa? Fue máximo goleador del Mestalla varias temporadas...

Aquella temporada conseguí quedarme y Espárrago me convocó para casi todos los partidos, pero no debuté hasta la antepenúltima jornada, 10 minutos ante el Tenerife. Dos partidos después pasó lo del Logroñés.

La labor no era sencilla. Penev estaba en el equipo.

Alcañiz se había ido entonces y Penev había llegado ese verano. También estaban Toni, Eloy y Zurdi. Pero un filial está para que le den oportunidades.

Está claro que se ganó el puesto.

A la siguiente temporada jugué sobre 30 partidos. No teníamos muy bien definidas las posiciones. Penev caía en banda, pero mi obligación también era tapar por los lados. Yo llevaba el 7 a la espalda. No fue una mala temporada, pero nos faltó regularidad.

¿Mestalla le exigió mucho?

Mestalla siempre exige. Pero Penev estaba por encima de mí y de casi todos y se llevaba mucha atención. La presión, claro que la notas. Había que estar a tope en sacrificio y trabajo, tenías que dar lo máximo.

¿Qué recuerdos tiene de sus compañeros?

Robert me dejó huella. Es un gran tipo de los que dice las verdades sin ofender. Me ayudó a ver el fútbol, a entender las situaciones dentro y fuera del campo. También estuvieron muy cerca Sempere, Ochotorena, Eloy, Voro, Giner, Bosio, Arroyo, Quique...

¿Merecieron más?

Nos quedamos séptimos, pero estábamos muy ilusionados con la Copa, que se jugaba al finalizar la Liga. Pero terminamos la Liga tocados y nos pasó factura. Por poco nos habíamos quedado fuera de Europa. Fue un palo después de ser subcampeones.

Aquella sí que era una época de tranquilidad social...

Sí, era otra cosa. Nada que ver. El club estaba dirigido por gente sencilla, que sabía lo que costaba conseguirlo todo. Tuzón y compañía razonaban y te lo explicaban todo. Era gente muy normal.

Si Tuzón levantara la cabeza...

Pues la volvería a tumbar...

¿Por qué no continuó en el Valencia? Marcó doce goles en su segunda temporada.

A veces, cuando eres joven, no entiendes las cosas. Yo renové tres meses antes de irme. Y en mayo, en el club me dicen que han llegado un acuerdo con el Espanyol y que me arregle yo con ellos. Rectificaron, pero yo no tenía representante y ya había dado la palabra.

La gente se sorprendió al no verlo mucho más tiempo en Primera...

Llegué a un club revuelto, con guerras internas, en el que sólo Clemente me dio oportunidades. Al segundo año, llegó Novoa y me avisaron que me había hecho la cruz no sabían porqué. Me alineó cinco minutos en un partido. Luego pensé que lo hizo para que no pudiese ir cedido a un Primera, estoy seguro. Tenía que haber aguantado.

¿Se sintió un ídolo fugaz?

Mi proceso había sido el lógico de un canterano. Pero en año y medio las cosas cambiaron mucho. Después del Espanyol, yo sólo quería jugar y eso hice. En el Elche me volví a sentir futbolista (marcó el gol del ascenso a Segunda A), y en el Murcia también (anotó otro tanto histórico). Hice lo que siempre quise hacer: jugar.

¿Cuxart ganó lo suficiente para vivir?

Sí, porque no despilfarré nada. Con mi primer contrato me compré un piso en Valencia, y al llegar al Espanyol hice lo mismo en Barcelona. Tuve «seny». Aguanté con mi R19 hasta que en el Elche me compré un Audi. Con mi mujer me monté una empresa inmobiliaria y no me ha ido mal.

Ahora hace sus pinitos como entrenador (ganó el Torneo Brunete con el benjamín del Valencia)...

Sí, me siento preparado. Me saqué el título nacional, entrené en Regional y ahora espero otra oportunidad.

Hay un artículo en internet («Cuxart, el último héroe silencioso»), en el que le comparan con Van Basten...

Hombre, se pasan. Pero ahí cuentan muy bien mi última etapa.

¿Aún le reconocen por la calle?

Gente de más de 40 sí... me sorprendió cuando volví a la ciudad. Te das cuenta de lo que es el Valencia.

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