Hace catorce años aterrizó Pablo Aimar en Mestalla. El Valencia se adelantó a otros equipos europeos y pagó 24 millones de euros a River por el traspaso del «Payaso», que ahora cerrará su carrera deportiva en el equipo que lo vio crecer. Un millón más ha costado Enzo Pérez, con la esperanza que el de Mendoza calé tanto en el valencianismo como el de Río Cuarto. Los dos llegaron en el mercado de invierno, y Aimar le ha mostrado el camino a Pérez, basado en la humildad, el sacrificio, el compromiso y también la calidad. El volante argentino dispone de todas las características para dar más equilibrio al equipo de Nuno, y adaptarse con rapidez gracias al juego de Otamendi y el resto de sus compatriotas, así como de su otrora compañero del Benfica André Gomes. Hoy todo el valencianismo está pendiente de que se resuelvan todos los papeleos pertinentes para que el nuevo jugador blanquinegro pueda estrenarse el domingo ante el Madrid, con un Mestalla lleno hasta la bandera, y rememorando los años de la triple A (Ayala, Albelda y Aimar) donde la naranja mecánica exprimía a cualquier rival por muy poderoso que fuera. Si Otamendi cada día es más Ayala, Pérez puede asemejarse a Albelda y Gomes recuerda al mago Aimar, están todos los ingredientes perfectos para plantar cara a los de Ancelotti, y al mismo tiempo animar la Liga, que hace mucha falta.
