Off the record
Gracias, Joao
Eché mucho de menos a Joao Pereira en Cornellá. Y juraría que Nuno también

Gracias, Joao
Fran Guaita
En la más absoluta clandestinidad, oculta tras la caja de resonancia que generan un Valencia-Sevilla y la recta final del libro de pases de enero, ésta que hoy empieza podría ser la última semana de Joao Pereira en el club de Mestalla. Cada uno que haga lo que considere oportuno, pero servidor no puede ni quiere olvidarse de un tipo excepcional, defensor aguerrido y líder de la tropa que se ha dejado la piel por el escudo del murciélago mientras le han dejado. No recuerdo haber leído en el decálogo de Gloval Respect apartado alguno que hiciera referencia a apartar jugadores de este modo tan caciquil. Claro que, bien pensado, la llegada de Nuno es posterior. Y el amigo del dueño no entiende de decálogos. Si acaso de monólogos. Todos, obviamente, escritos por Jorge Mendes. Él mejor que nadie sabe porque Joao Pereira no ha jugado ni un minuto esta temporada.
Digo que podría ser la última semana de Pereira entre nosotros porque me consta que sigue habiendo aspectos económicos sustanciales sin resolver por completo. Además, la ficha del lateral internacional portugués no es precisamente una bicoca, circunstancia que le cierra la puerta de muchos de los equipos que se han interesado por sus servicios. En cualquier caso, alguien muy próximo al jugador me repetía ayer que la rescisión con el Valencia se solventará antes del día 31 «como sea». Ojalá. Sería una barbaridad que Joao pasara una temporada completa en blanco. A un mes de cumplir 31 años, lo último que necesita es otra condena a la vida contemplativa hasta junio de 2015.
En un ejercicio de evidente falta de respeto hacia un profesional con una conducta intachable desde el primer día que llegó a Paterna, Nuno Espirito Santo espetó en sala de prensa que Barragán y Cancelo eran «mejores». Fue el pasado 3 de diciembre. Casi faltaba un mes para la apertura del mercado de fichajes. Joao abandonaba el parking de la Ciudad Deportiva con los ojos vidriosos y al borde del llanto. Ese día, como tantos otros, tuvo que contar hasta diez para no soltarse la melena y contar su verdad. Bien aconsejado por un entorno consciente de la dificultad que tendría salir del Valencia si cuenta todo lo que ha pasado desde el mes de agosto, optó por no decir una palabra. Y ahí sigue, sufriendo en silencio los efectos colaterales de haberse plantado ante el poder establecido. Con dos bemoles.
Ese brío irreductible, ese carácter contestatario que ha tenido en los despachos no es más que una proyección del Joao Pereira que convirtió el carril del 2 en un territorio únicamente apto para valientes. Tengo en el portátil un compendio de imágenes que dentro de unos minutos formarán parte de la bandeja de entrada del correo personal de Joao. En la primera, planta cara al mismísimo Cristiano Ronaldo en el Bernabéu obligándole a salir por fuera tras una bicicleta frustrada. En la segunda, muerde en la presión al monstruo Ribery ante la mirada del imponente Olímpico de Munich. Por último, un duelo en Mestalla con Andrés Iniesta, al que desplaza con medio cuerpo y todo el brazo izquierdo casi sin que se note. Garra, oficio, galones. Así se las gastaba el mejor embajador del broncocoperismo del Valencia de nuestros días. Odiado si está enfrente. Querido si es uno de los tuyos. Como Carrete. Como Arias. Como Carboni.
¿He dicho querido?. Matizo. Querido por algunos. Sí recuerdo varias pancartas de la Curva al respecto. Una de ellas genial, por cierto: ´Y Joao, ¿por qué no?´. Sí he leído mensajes en facebook y tweets escritos por aficionados que no han comprendido su inexplicable ostracismo. Pero, quizá sea percepción errónea mía, no he tenido la impresión de haber asistido a una reacción completa del entorno para defenderle. Unos, por meninfotisme. Otros, por nunismo. Así somos. Pasamos de pedir el brazalete para un jugador a ningunearle porque el señor que le ha apartado sale al centro de Mestalla, nos aplaude y nos da las gracias por venir.
Todos los grandes equipos tienen un líder. Un tipo corajudo que se agiganta en los partidos decisivos. Eché mucho de menos al nuestro en el último cuarto de hora en Cornellà. Y juraría que Nuno también. Gracias, Joao. Um de nós.
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