El partido Valencia-Real Sociedad, a hora considerada impropia sirvió, para evocar las «matinés» nostálgicas de la Valencia en que se mezclaban diversos espectáculos porque no existía la televisión y como fuera de casa no se estaba en ningún sitio. Partido matutino en día de fiesta era propio de la Navidad. Se invitaba a un equipo extranjero para dar aliciente al hecho. En aquellos encuentros los carteles contenían el anuncio de que los precios eran inferiores para «señoras, niños y militares sin graduación».

En Mestalla, los porteros, por la mañana o la tarde, tenían que usar gorras para librarse del sol que les daba en la cara. Las gradas muy inferiores a las actuales, permitían la entrada de la luz solar en plenitud. Cuando no había alumbrado eléctrico los partidos se disputaban a las 15:30 o 16. Eran tiempos en que se había cambiado el horario anterior a la Guerra Civil, y en el que seguimos aunque ya no hay que complacer Hitler. Las abuelas preguntaban: «¿Noves o velles?». En el sorteo de campos los capitanes tenían en cuenta esta circunstancia solar y también la dirección del viento que tanto molestaba para el control del balón. El saque del comienzo se hacía para montar una jugada de ataque. Ahora, consiste en retrasar el balón hasta el portero.

Las mañanas dominicales tenían fútbol en los campos del Turia, en el del Camí Fondo jugaba el Portuarios, en el del Sagunto, en su barrio, se disputaban partidos de categoría regional. En el campito de la Pasarela, llamado del Olimpo, había fútbol infantil y juvenil de la mañana a la noche. Las peñas, Asensi, Seguí y Aston Villa „en este equipo jugaba el escultor Nassio Bayarri„ tenían cierto prestigio. En el campo del Cuenca y en todos aquellos lugares en los que se jugaba sobre la tierra, y con alguna que otra piedrecita, había espectadores muy interesados: eran familiares de los contendientes.

Los domingos también tuvieron matinés dedicadas a la promoción de artistas. En el Cine San Carlos competían cantantes de las diversas especialidades. En aquellos años se prodigaban los cantantes de rancheras mexicanas, imitadores Jorge Negrete, Trío Calaveras e Irma Vila. Este cine fue cerrado cuando se descubrió un cadáver descuartizado en un armario. Fue el olor lo que descubrió el hecho. Los triunfadores tenían asegurados bolos por la provincia y actuaciones en los cafés cantantes de la ciudad entre los que destacaba el City Bar.

Lugar muy concurrido a pesar de Mestalla eran los Billares Ruzafa donde se solían disputar grandes competiciones. Joaquín Domingo, tres veces campeón mundial en la especialidad de fantasía, era muy seguido. Como José Gálvez campeón del cuatro 47/2, especialidad que nunca supe en qué consistía.

La gente bien cuando salía de Mestalla pasaba por Chacalay para tomar el aperitivo y comentar el juego. También eran lugares de apeadero, Royalty y Negresco. Los partidos mañaneros obligaban al cambio de programa porque la tarde había que dedicarla a la esposa e hijos. Las mujeres no eran entonces espectadoras futbolísticas.

Las mañanas domingueras también tuvieron programas de boxeo en el Cine Princesa. Era cosa de aficionados. Los grandes programas eran veladas en la Plaza de Toros. Jai Alai aún tenía público aficionado a la pelota vasca tanto para ver partidas como para practicar el juego. Pelayo, la catedral de la pilota tenía sus grandes acontecimientos los sábados por la tarde como ahora. Las matinales eran confrontaciones entre aficionados.

Al tiempo que el Valencia jugaba contra el Berna (3-0), con patada al defensa Suñer, que vio cómo salía sangre por los cuatro agujeros que le hicieron los tacos del adversario, y asustaron a los niños de las primeras filas de la tribuna, en la que había aquellas peculiares sillas de enea, la ilusión vespertina era el Circo España con los hermanos Díaz.

La mañana en Mestalla ha sido auténtico acontecimiento. La programación de televisión obliga a adoptar horarios propios de festejos.