Perdió el Atlético, que se quedó sin aire, sin Griezmann y sin Miranda; y perdió el Sevilla, que consiguió domar a los de Simeone pero no logró el premio mayor. Las superioridad del equipo de Emery, grácil ante un Atlético que parecía arrastrar cadenas, solo vale un punto. Los de Nuno han aumentado la velocidad en la carrera con los sevillistas, varados durante dos jornadas. En un domingo redondo, el Valencia acecha al Atlético, solo un punto por delante, y pone el horizonte de los sevillistas a siete puntos.

Más allá del resultado, habrá que esperar qué cara muestra el Atlético dentro de seis días, tras un empate que disipa las ligeras opciones para asaltar el campeonato. Tras el asalto ante el Real Madrid los rojiblancos deambulan extenuados por la Liga, en la que empezaron a ceder ante el Celta, y tampoco han logrado focalizar sus esfuerzos en la Champions. La semana que viene, con el Valencia de invitado en el Calderón, no podrán contar con Griezmann, posiblemente su baza más resolutiva en un momento crítico.

Es en el centro del campo donde el Atlético siempre tuvo una certeza: la del grupo inquebrantable. Ahora empieza a deshilacharse precisamente por ahí. Gabi ha perdido fuelle y Arda la brújula. Sin esas dos referencias, la del músculo y el talento, el equipo viene y va a merced del rival o del viento, guarecido tras la fe de su defensa, en la que el domingo que viene faltará Miranda. Arriba intimida, con menos frecuencia, cuando consiguen conectarse sus delanteros, a los que les crece un páramo en la espalda.

Es sintomático que entre todos los centrocampistas del partido ayer descollara Éver Banega, que entró en una de esas combustiones esporádicas y se puso a pastorear a los suyos, también a los rivales: igual mecía al Sevilla de lado a lado, con parsimonia, que activaba un contraataque. Por suerte para el Valencia, la lección del argentino fue solo sobre la pizarra. El marcador no se dio por aludido en parte porque Iborra, en la ocasión más clara del encuentro, estrelló el balón contra el poste. En la segunda parte Fernando Torres sacudió a su equipo en un par de ataques furtivos, de esos en los que mejor no mirar a los lados para no enfermar de soledad. Fue entonces cuando el banquillo de Simeone fabricó una victoria contra el desánimo: Koke, ausente desde el partido ante el Madrid, saltaba al campo. Él sí estará el domingo que viene.