El Villarreal frenó ayer la progresión del Valencia en un partido de contrastes, que deja al equipo de Nuno fuera de la tercera plaza que tanto esfuerzo le había costado conquistar. De repente, el panorama no es tan claro como parecía hace unos días. No está permitido bajar los brazos. El equipo de Marcelino puso el dominio del balón, el fútbol asociativo, el equilibrio entre líneas, pero careció de profundidad. El de Nuno aportó, hacia el último tramo del encuentro, la verticalidad que se le presupone a un equipo de tanto calibre. Y poco más. Hasta la entrada de Rodrigo y Negredo al terreno de juego, el propietario de Mestalla fue un equipo muy limitado, que fue casi siempre a remolque de su rival. Paradoja: pese a la autoridad del Villarreal en el juego, el Valencia habría ganado el partido si se hubiese prorrogado un cuarto de hora, quizá menos.

El partido arrancó con la pelota en los pies del Villarreal. Una manifestación de intenciones que dice mucho de Marcelino. Hoy en día, hay que ser valiente para tomar la iniciativa en Mestalla, posiblemente el estadio más intimidatorio de la Liga.

Muy poco se supo del Valencia hasta el descanso. Parejo y André Gomes anduvieron perdidos mucho rato, anulados ante la acumulación de camisetas amarillas en el mediocampo. Parado el flujo de pases interiores para un Alcácer solitario, ausentes los extremos y especialmente atados los jugadores de segunda posición, el Valencia cedió el terreno ante un rival que, pacientemente, iba tejiendo su fútbol.. Marcelino ha armado un buen equipo, con ciertos paralelismos con el Valencia: gente joven y talentosa con ganas de comerse el mundo. Vietto, por ejemplo, es un tesoro. Le dio mucho trabajo a Mustafi y Otamendi en el primer tiempo. O Campbell, incombustible desde la banda derecha. Ni Javi Fuego, un futbolista especialista en la contención, fue capaz de sofocar el calor. El Villarreal era mejor en todo, menos en el remate. Ahí estuvo especialmente tacaño.

El letargo del Valencia duró todo el primer tiempo. Algún contragolpe de forma intermitente y un par de faltas „una rematada fuera por Mustafi„ fue todo lo que ofreció antes del intermedio. Los artistas fueron absorbidos por la organización «amarilla», mejor estructurada, más compacta. El Valencia perdió su sitio y entregó el campo al rival, que enfrió el choque hasta desquiciar a Parejo, con una fea zancadilla que le costó la amarilla. El árbitro, antes, había perdonado la segunda tarjeta a Mario. Después, no se sabe si para compensar, no quiso saber nada de un posible penalti de Gayà sobre Vietto.

El guión no varió tras el descanso, con el Villarreal en propiedad del balón. Eso sí, su ambición se diluyó siempre en el área de Diego Alves, donde nadie se anda con contemplaciones. Allí está Otamendi, que trazó una raya ante su área y no dejó que la cruzara ningún futbolista.

Pese a la aparente jerarquía visitante en el juego, el Valencia se sostuvo con una defensa férrea y una intensidad extrema. Jamás baja los brazos el equipo de Nuno, capaz de rescatar un partido en cualquier momento. Mentalidad ganadora, le llaman. Empezó a llegar con más frecuencia al área contraria. Ahora sí, Parejo y André Gomes filtraban el balón hacia Alcácer, que como buen delantero mantiene su instinto asesino latente, como la araña que espera a su presa sin importarle el tiempo. Sin hacer gran cosa, el Valencia animó a Mestalla a medida que corrió el reloj. Llegaban, por fin, los esperados estímulos.

Los dos entrenadores movieron ficha. Nuno envió a Rodrigo a la primera linea de fuego, lo mismo que Marcelino hizo con Giovanni. Lucas Orban también saltó al campo con muchos minutos por delante. Era evidente: Gayà no estaba bien. Luego fue el turno de Negredo. El partido se rompió definitivamente. Los dos buscaron la victoria, cada uno a su manera. Pero fue el Valencia el que generó más ocasiones, con Mestalla entregada a su equipo. Negredo levantó al público de sus asientos con una chilena espectacular.

El calendario brinda ahora dos partidos en cuatro días, con el derbi ante el Levante UD como próxima cita de alto voltaje en Mestalla.