En el fútbol, como en la vida, lo importante es levantarse. Es cierto que el Valencia CF abandonó el Camp Nou con la cabeza «alta» pero con una derrota, que al final es lo que siempre queda en la hemeroteca. Ya quedaba lejos, demasiados son nueve días entre un partido y otro cuando has entrado en la hora de la verdad con los objetivos entrando en una fase donde el margen de error se reduce, pero cuando Undiano Mallenco señaló el punto de penalti después de que fuera derribado Barragán tras tirarle un «caño» a Mainz, a Dani Parejo no le tembló el pulso. Había fallado el último que ejecutó, bien blocado por Claudio Bravo, que hubiera podido significar un cambio en la dinámica del partido ante el líder, pero sin la presión de «jugarse» los tres puntos, el capitán cogió el balón y marcó.

Siempre se tiene una segunda oportunidad, pero la debes aprovechar y Parejo anotó su décimo gol en lo que va de curso. Curiosa fue la imagen de Nyom hablando con el meta Roberto para alargar el momento del disparo, luego llegó la triquiñuela de ponerse delante del lanzador, que tampoco amilanó al «10» blanquinegro. Una vez estaba el balón puesto sobre el punto, al ver Dani que se demoraba el lanzamiento, lo volvió a coger en sus manos, refugiándolo para alejarle de cualquier maldición por parte del meta del Granada. Unas horas antes, en la «pachanga» del entrenamiento del domingo, Parejo optó por lanzar a su derecha, pero anoche en Mestalla disparó en la misma dirección que no le valió ante el Barça, pero percibió que Roberto iba a tirarse hacia el otro lado y no falló. Nada más finalizar el partido, Dani reconoció que él es «así, es mi forma de entender el fútbol y me puse muy contento por poder marcar el gol. Lo disparé por ahí porque „en referencia al portero„ me dio que por ahí lo marcaría». Y así fue. Con el 2-0, llegó el momento de la dosificación en una semana donde los esfuerzos deben cuidarse, al tener tres partidos en sólo siete días después de nueve de asueto.

Dani, además de ser el capitán del equipo, es una de las personas más queridas dentro de la plantilla. Su forma de ser, apoyando al compañero, ayuda a fomentar un buen ambiente y a tener gestos de cariño. Nada más marcar el 2-0 y besarse el nombre de su mujer, Isabel, que tiene tatuado en el antebrazo, el «Príncipe» de Coslada se dirigió al banquillo buscando al preparador de porteros, José Manuel Otxotorena. El pasado martes falleció su madre, y Dani quiso dedicarle el gol, detalle que agradeció mucho el técnico. Al final es una muestra más del ambiente que se vive en un vestuario repleto de buenos detalles hacia la gente que precisa un guiño. «La fuerza es el equipo», repiten algunos futbolistas ahí dentro justificando el apoyo que en determinados momentos han tenido hacia jugadores cabizbajos, como al inicio de liga De Paul o en las últimas semanas Álvaro Negredo. Ayer, por ejemplo, Paco Alcácer le buscó con la mirada tras el 3-0 anotado por Feghouli y con gestos expresaba el gol era «suyo» en buena medida por el excelente pase? Juntos, la vuelta a la Champions está más cerca.