El Valencia CF le ha ordenado al agente de jugadores Jorge Mendes que busque un director general. Una figura que sustituya a la del expresidente ejecutivo Amadeo Salvo, que sirva de pantalla entre el equipo de Meriton que controla el club y el entorno, tanto en las relaciones externas con entidades e instituciones como con los propios círculos del Valencia. El perfil es el de alguien, que haya tenido algún vínculo con el club de Mestalla, que tenga experiencia en la gestión deportiva o social de otros equipos y, si puede ser, que sea valenciano. La labor no es fácil, porque con estas condiciones la lista es muy reducida.
Lo que es evidente es que la presidenta del Valencia, Layhoon, no va a ejercer esta función. Es la mano derecha de Peter Lim, la que ejecuta las decisiones empresariales y ordena y manda en la organización de la estructura del Valencia. Pero no tiene el don, ni la experiencia, de ser la cara amable que todo club de fútbol necesita para ejercer nexos de unión.
La elección de un aspirante implica, primero, que el elegido acepte las condiciones. Nadie va a aceptar, salvo sorpresas, ejercer la función de «hombre (o mujer) de paja» de Layhoon. Tendrá que ser alguien con capacidad suficiente para gestionar los contrastes de una entidad como el Valencia, sujeta a examen diario por sus aficionados. Más ahora, que se su poder ha quedado limitado al grupo de confianza de Peter Lim.
La labor ha sido encomendada a Jorge Mendes, con los tentáculos muy largos en universo fútbol y con relaciones consolidadas en el mercado nacional. La elección no puede demorarse mucho tiempo. El Valencia, más que nunca, necesita un intermediario entre los dueños y el exterior, alguien con nombre y apellidos pronunciables para el aficionado de a pie de Mestalla.
