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Off the record

El desborde se paga

El desborde se paga

Amenos de cuatro meses para conseguir absoluta libertad a la hora de negociar su próximo contrato, Sofiane Feghouli sigue sin renovar. Tras la última ronda de conversaciones, la oceánica diferencia económica entre lo que pide Antar, agente del argelino, y lo que ofrece Layhoon Chan provocó que ambas partes optaran por congelar la negociación hasta la semana en la que el Valencia iniciará la disputa de la Champions League. Coincidiendo con el partido en Mestalla ante el Zenit St. Petersburgo, está prevista una nueva cumbre que debería servir para desatascar la situación y facilitar la ampliación contractual de Soso hasta junio de 2020 ó 2021. A priori, no hay excesivos motivos para la alarma. El extremo pretende seguir en la ciudad que ya considera como propia y Nuno Espirito Santo ha manifestado en un par de ocasiones „aunque sea con la boca pequeña„, que aboga por la continuidad de Feghouli. Imagino la consiguiente pregunta del lector: Y si todo es tan bonito, ¿cómo es posible que con enero de 2016 a la vuelta de la esquina el problema siga sin estar resuelto? La respuesta es sencilla. Como tantas otras veces en este negocio, una palabra es suficiente para explicar tanta dilación: dinero.

Cuando trascendió el importe de la ficha que Álvaro Negredo percibe en Mestalla „cantidad por la que únicamente deben asumir responsabilidades aquellos que ejecutaron el fichaje anunciado a bomba y platillo„, los representantes de aquellos jugadores susceptibles de mejorar y/o ampliar su contrato comenzaron a salivar. Una vez desapareció de la entidad cualquier atisbo de dirección deportiva propiamente dicha y Meriton asumió el peso de las operaciones futbolísticas en el club a finales de la pasada temporada, los agentes de Parejo, Piatti o Feghouli desenfundaron la catana esperando su momento. Y en esas estamos. La señora presidenta ejecutiva, asesorada „entiendo„ por su entrenador/manager, tiró de chequera para garantizar la permanencia de dos jugadores fundamentales en la clasificación del equipo para la fase previa de la Champions. El «10» ha firmado una de las fichas más elevadas de la primera plantilla y Pablito una sustancial mejora. Nada que decir. Ambos se ganaron el aumento. Pero también Feghouli que, sin ir más lejos, consiguió en el partido ante el Mónaco el gol que decidió la eliminatoria.

Por encima de filias y fobias, Soso se ha convertido en una de las piezas fundamentales en este Valencia que regresa a la máxima competición continental tras tumbar a uno de los rivales más peligrosos que podía deparar el bombo de la previa. Desde su llegada a la ciudad siendo apenas un adolescente, ha madurado personal y deportivamente. Nada queda ya del díscolo e introvertido «enfant» que tuvo que marcharse cedido al Almería porque no acababa de cuajar en el carril del 8 de Mestalla. ¿Recuerdan aquella serigrafía errónea durante su presentación en el estadio Juegos del Mediterráneo? Feghonli, decía. Hoy toda Europa sabe escribir perfectamente el apellido de uno de los pocos extremos puros que quedan a este lado del planeta fútbol. Las estadísticas no se discuten, se comprueban: 172 partidos oficiales y una media de más de seis goles por temporada. Además del goteo constante de asistencias procedentes de la diestra. Prisionero de un dibujo con alergia a los extremos y perjudicado por la aparentemente obligatoria titularidad de futbolistas con agente en común, Soso también ha sabido sobreponerse y ganarse la confianza de Nuno, que todavía no ha dado luz verde al pago de la morterà.

Es cuestión de tiempo. No puede ser de otro modo. El desborde en jugadores diferentes acaba pagándose. Antes o después. Y no se me ocurren demasiados motivos para que Feghouli perciba un euro menos que Parejo.

Con una dirección deportiva al uso, con ascendencia respecto al entrenador desde el punto de vista jerárquico, el extremo argelino y Layhoon o el pizpireto Kim Koh ya se hubieran hecho la foto de rigor. Que un futbolista determinante y generador de desequilibrios pueda marcharse a coste cero del Valencia sería un error tremebundo por el que habría que exigir responsabilidades hasta al apuntador.

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