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¿Qué tiene que ver Toro Sentado con el rival del Valencia CF?

Indios belgas y mucho más

El escudo del KAA Gent forma parte de la galería más curiosa de escudos del fútbol internacional

Indios belgas y mucho más

Cuando los aficionados del KAA Gent se acerquen a Valencia el 20 de octubre próximo para animar a su equipo en la tercera jornada de la Liga de Campeones, no les extrañe si, entre la marea blanquiazul, aparece algún aficionado disfrazado de indio. Como algún indio hay también a orillas rojiblancas del Manzanares, quizá no sorprenderá tanto. Pero si echan un vistazo al escudo del equipo, llegarán a la conclusión de que ya se pasan de la raya. Indios americanos y Bélgica ligan más bien poco. Y, sin embargo, el equipo de la ciudad de Gante tiene como escudo la cara de un piel roja (piel azul en este caso) en todo su esplendor.

La explicación es bastante curiosa y hay que meterle mucha imaginación. El origen de este emblema hay que buscarlo hace casi un siglo cuando llegó por aquella ciudad el circo de Buffalo Bill. El que fuera soldado, explorador, cazador y mito del imaginario estadounidense creó, en el último tercio de su vida, un espectáculo étnico con el que recorrió medio mundo. Además de animales del Salvaje Oeste y escopetas de leyenda como Anita Oakley o Juanita Calamidad, se llevó en la caravana al no menos mítico jefe Toro Sentado o pendencieros como Wild Bill Hickok. Aquella visita entusiasmó a la ciudadanía de Gante, coincidiendo en el tiempo con el esplendor del primer equipo de fútbol de la ciudad. Le cogieron el gusto y empezaron a llamarse «los búfalos». A rebufo, Toro Sentado es el protagonista del emblema en cuestión. Enfrente, el Valencia exhibirá unos distintivos muy marcados: el «rat penat» de la ciudad, la senyera de la región y el balón de fútbol. Sin trampa ni cartón.

Este escudo hay que considerarlo, simplemente, curioso. Podría ser peor, porque en el fútbol europeo hay auténticas atrocidades de diseño. Aunque para gustos, colores, en la red hay innumerables portales en los que se reproducen algunos de los más insostenibles. Y es que, con la llegada de internet, el fenómeno «escudos de fútbol» se ha activado extraordinariamente, rescatando incunables que se creían desaparecidos y dando a conocer las más chocantes de las curiosidades.

La norma para incluirlos en la galería de los horrores es la inclusión de animales en pose desafortunada, diseños demasiado infantiles o, simplemente desatinos. En otros casos, las críticas son por la falta de «alma» del invento. En Argentina, por ejemplo, son muy críticos con sus insignias porque apenas pasan de ser líneas de colores salvo honrosas excepciones (como el de Boca Juniors). Pero se penaliza, sobre todo, la estridencia. Si echan un vistazo al muestrario de la derecha encontrarán amplias demostraciones de que no todo vale. Hasta Papá Noel, ahora que está en quiebra técnica, aparece en el escudo del Rovamieni.

El fútbol, como el pueblo

En la Comunitat Valenciana existe un patrón muy claro, en consonancia con la heráldica general española: el equipo «del pueblo» incorpora los elementos del propio escudo de la ciudad. Santos, animales, torres, iglesias, barcos, árboles y guerreros llevan a una clara identificación entre uno y otro. A eso se le añade como color de fondo los de la ciudad, la región o el propio club. Independientemente, son muchos los que recurren, como el Valencia CF, Levante UD y muchos otros, al «rat penat» como elemento distintivo de la zona geográfica. Sólo si el club es moderno suelen desvincularse de esa asociación y emplean más elementos únicamente futbolísticos o las iniciales.

En ocasiones, los equipos se inspiran en modelos preexistentes. Posiblemente, el más llamativo es el del exitoso Canalense y el siempre llamativo (por el nombre) Olympiakos de Alcàsser, que se han inspirado en el Manchester United.

Pero si hay un enigma en ese sentido es el que protagonizan el Villarrobledo y el Cheste, que comparten claramente el diseño. El club albaceteño tiene un antecesor que militó en Segunda División y ya tenía ese mismo perfil. Todo un misterio o una rebusca de primer orden.

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