Pau Fuster

Recrearse en la derrota no es justo, sobre todo porque los males del Valencia CF actual no obedecen a una mala tarde. A pesar de vencer a principio de semana al Olympique de Lyon, la sensación que pulsé del vestuario no podía esconderse detrás de una victoria. Y hacía referencia a la falta de confianza de los futbolistas. No era una reflexión al vacío exenta de contenido, sino que se fundamentaba en cómo no se llegaron a concretar los contragolpes con Rodrigo sobre el césped. La crítica no era fallar, sino que la poca seguridad que tienen impedía concretar esas llegadas€ La sensación que transmite el equipo es que se debilita cuando reciben un golpe, como fue el gol de Laporte. Por momentos sobre el césped se tiene sensación de que no se juega a nada, e insisto, es un reflexión que se palpa sobre el césped, no desde la comodidad de una butaca de tribuna. Con sólo siete jornadas decir que la temporada va a ser difícil puede ser prematuro, pero el parón de Liga se debe afrontar con serenidad buscando soluciones reales, y así enganchar al equipo y a la afición con fútbol para cumplir el objetivo.

Vicent chilet

No hay crisis más honda en un equipo que la indefinición. «Quiero que seamos como los argentinos y brasileños, que todo el mundo sepa a qué jugamos», dicen que dijo Luis Aragonés en 2004 cuando recogió los pedazos rotos de esa repetida frustración que respondía como «La Furia». El Sabio buscó una identidad y acabó gestando una hegemonía. Si este Valencia preocupa es por el vértigo mental que le supone haber descuidado la personalidad, los recursos y automatismos que el año pasado desplegaba con limpieza orquestal. La reconstrucción, para ser sólida, será lenta y sufrida. Eso es cerrar la portería, asegurar puntos, con alardes y epítetos justos. Y así ganar confianza, crecer. ¿Recuerdan el primer mes de empates y marcadores cortos de Simeone en el Atleti? ¿Saben que tras perder los cuatro primeros partidos de la 1999-00 Cúper pidió a su Valencia que saliese a empatar en Valladolid? Se trata de aferrarse a pequeñas certezas para acabar recuperando una idea, una seguridad. Atacado por la duda, ayer el Athletic recurrió a las viejas recetas. Su fútbol directo fue como oler la magdalena de Proust. Reencontró la esencia y las respuestas.