El banquillo del Valencia CF se mueve más que la silla del barbero. Es un sillón caliente. De continuos vaivenes. Inestable. En los últimos tres años ha tenido hasta cinco inquilinos „Pellegrino, Valverde, Djukic, Pizzi y Nuno„, y desde que Unai Emery abandonó Mestalla, ningún entrenador ha disfrutado de continuidad. Es cierto que, quizás, los cuatro años que dispuso Emery fueron demasiados, pero en el término medio está la virtud. Y dos años puede ser incluso una cifra redonda.

Pero lo que no se sostiene y evidencia la falta de solidez del proyecto deportivo del Valencia CF, es que el club se ha convertido en una máquina de triturar técnicos. Nuno anunció su adiós el pasado domingo en Sevilla, el equipo perdió 1-0 y es noveno en la Liga tras haber sumado 19 de los 39 en juego „está a cinco de distancia de la cuarta plaza„, pero lo que más ha pesado sobre el portugués es la grada de Mestalla y su ya tradicional cántico de «Nuno vete ya». Cuando la afición dispara, es muerte segura.

Y es que la hinchada no perdona que el Valencia CF no esté luchando de poder a poder con los grandes del campeonato doméstico, y que se encuentre al borde de la eliminación de la Liga de Campeones ya que, a falta de una jornada para acabar la primera fase, no depende de sí mismo para acceder a los octavos de final. El juego del equipo, irreconocible, tampoco ha beneficiado al entrenador portugués. Ni siquiera los jugadores, confundidos por los mensajes del entrenador, le han servido como piedra de apoyo.

La marcha de Nuno confirma una inestabilidad que comenzó tras el adiós de Unai Emery. Manuel Llorente, en una arriesgada apuesta personal porque no se dejó aconsejar por los técnicos del club, decidió que Mauricio Pellegrino „sin apenas experiencia en los banquillos de máximo nivel„, fuera el encargado de dirigir al Valencia CF. Sin embargo, y como era de esperar, una estrepitosa derrota en Mestalla ante la Real Sociedad (2-5) precipitó su salida en el mes de diciembre. Su puesto lo asumió Ernesto Valverde, con quien el equipo se revitalizó y ofreció unas magníficas prestaciones en lo futbolístico y lo numérico, hasta que el propio entrenador, al ver la mutación global que sufría la entidad, se despidió al finalizar la temporada 2012-2013.

Miroslav Djukic llegó al comienzo de la temporada 2013-2014, pero los malos resultados pesaron como una losa sobre la cabeza del técnico, que fue sustituido a mitad de Liga por otro ex valencianista: Juan Antonio Pizzi.

Las batallas se libraban entonces fuera del verde de Mestalla, y el entonces presidente del Valencia CF, Amadeo Salvo ofreció la cabeza del entrenador argentino al nuevo propietario del club, Peter Lim, y firmó a Nuno Espirito Santo con el único objetivo de agradar a Lim. Lejos de convertirse en un aliado, la llegada del técnico portugués jugó en contra de un Salvo que tuvo que abandonar el club. pero esa guerra nunca acabó, y el pasado domingo se cobró una nueva víctima en la figura del entrenador.