De madrugada. Con nocturnidad y alevosía. Así, un encapuchado Jesus Wolstein anunciaba en el Sánchez Pizjuán la destitución de Quique Sánchez Flores como entrenador del Valencia CF. La decisión de la salida del técnico se había tomado cuando, en la sala de estar de su domicilio particular, el entonces presidente del club, Juan Soler „acompañado por su esposa, Consuelo Rubio„ vieron el once titular del técnico ante el Sevilla y lo interpretaron como una provocación.

Quique perdió su puesto, pero «ganó una vida», tal y como dijo tras conocer la noticia de su decapitación profesional. El equipo no andaba tal mal como para cobrarse en el entrenador a una víctima, pero los Soler eran de gatillo fácil.

Tras Quique, otro que se despidió del Valencia CF en el Pizjuán fue Ernesto Valverde. Otro que, al igual que Quique, estaba realizando una buena labor en Mestalla. Pese a las sensaciones de que se había conseguido volver al camino, el equipo jugaba y ganaba, el entrenador anunció su adiós en Nervión porque no tenía muy claro cual sería su rol ante el cambio de gobierno en la entidad.

El último entrenador al que su presencia en Sevilla le ha costado el puesto es a Nuno. Tras la derrota, y pese a que su marcha estaba prevista desde esa misma mañana, se precipitaron los acontecimientos y el adiós del portugués fue una realidad.