«Competir. Esforzaros. Jugad como sabéis. Volved al vestuario muertos y con la cabeza alta». Ésta fue una de las frases que Voro González empleó para espolear a los jugadores segundos antes de salir al terreno de juego para medirse al Barcelona. Los nombres, les dijo, no pueden intimidar a los hombres. Y los futbolistas, en deuda con el técnico-delegado-confidente que les ha sacado de más de un apuro, se desfondaron. El empate, tras unos días «raros», se celebró en el vestuario como si de una victoria se tratara. Vistos los condicionantes, diez bajas, pocos confiaban en poder lograr un buen resultado. El Valencia, desde la sensatez, había sabido sobreponerse a las adversidades.

Una normalidad que entró al vestuario el pasado lunes cuando Voro se hizo cargo del equipo. Preparar el partido de Copa del Rey contra el Barakaldo, respecto a cómo se hacía con Nuno, ya fue «diferente», apunta un jugador pero, «aún más lo fue», planear el duelo con el Barcelona. «Voro hace fácil lo difícil. Va de cara y no te miente», sostiene un futbolista que ayer se declaraba «feliz» por el comportamiento de todo el equipo en Mestalla. «No hay nada más gratificante que sentirte bien durante todo el partido», lanza. Una sensación que, en parte, los jugadores consiguieron porque el técnico les dejó libertad para jugar «cómo mejor sabéis», les invitó.

«Con Nuno, a veces, te sentías encorsetado. Todo se ajustaba a su planificación. Voro nos dio confianza y, desde el primer minuto, se vio que el compromiso y la solidaridad ahí estaba», comparte otro jugador. Cierto es, avisa, que Voro alineó a lo que había y, por el grupo, quien salió al campo se dejó al piel. «De Nuno siempre esperabas una sorpresa. Todo lo dejaba para la última charla. Voro fue de frente», aseguraba tras remarcar que una de las claves fue que el entrenador valenciano desnudó el futbol y, con pocas frases pero muy directas, explicó que era lo que quería y el camino que él pensaba era el más directo para hacer daño al Barcelona. Competir, fue el vocablo más utilizado durante todo el día.

Además, indican, el equipo recibió toda una inyección de adrenalina cuando, subidos en el autocar, al llegar a la avenida de Suecia, observaron cómo miles y miles de personas estaban esperando al equipo a las puertas de Mestalla. «Viniendo de dónde veníamos fue increíble. Esta temporada las llegadas eran frías y lo del sábado fue... increíble», relatan. «¿Cómo íbamos a defraudar a la gente?», remarca el jugador. Y este detalle, que al propio técnico impresionó, fue utilizado por Voro para espolear al grupo. «Por ellos, hacerlo por ellos», les dijo ya en el interior del vestuario. En el descanso, cuando el 0-0 aún lucía en el marcador, la arenga del entrenador fue similar. Estáis demostrando vuestro nivel, les vino a decir, hay que seguir así. «Que nadie os pueda reprochar nada. Que al final seáis los primeros en sentiros orgullosos de vuestro trabajo», les pinchó.

Otro de los retos que el equipo tenía, ya a nivel particular, era conquistar al nuevo técnico. Desde el palco de Meriton, y junto a su sobrino „el hijo de Phil Neville juega en el infantil del Valencia„, Gary Neville examinó el comportamiento y juego del equipo y de los jugadores. El técnico, en toda una nuestra de respeto a Voro y al cuerpo técnico que de manera interina ha realizado la transición, no se dejó ver por el vestuario. Ni antes ni después. En el descanso, eso sí, conversó con alguno de los futbolistas que se encontraban en el palco viendo el partido. De momento, hacia el técnico y sobre todo su comportamiento, todo son buenas palabras. Hoy, a las once de la mañana, arrancará en Paterna una nueva etapa. Gary Neville abrirá su libro de estilo y dará sus primeras órdenes. El miércoles ante el Olympique de Lyon, el Valencia de Gary Neville empezará a competir.