Mestalla se vacía. A pasos agigantados. La media de asistencia al estadio del Valencia CF desciende en cada partido. Son unos cuatro mil espectadores lo que se ha ido perdiendo. Pero la cara más triste se pudo ver en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa del Rey ante Las Palmas, cuando la asistencia no alcanzó los 10.000 espectadores. El descenso es global en todos los campos de fútbol. Pero en Mestalla cada vez es más acusado. Y ante los de Quique Setién hubiera bastado con abrir el anillo inferior, como si de un partido del filial se tratara, para la gente que acudió al campo.

Pese a la importancia del envite, las semifinales de la competición del K.O. están a la vuelta de la esquina, la afición no acudió a Mestalla para animar a su equipo. Era una noche fría. Lo mismo que la grada del vetusto estadio valencianista, pese a que su último lavado de cara quiera reflejar lo contrario. El principal motivo por el que la hinchada decidió no acudir al campo radica en que los abonados estaban obligados a tener que pagar por ir al fútbol, no se premia esa fidelidad en momentos de crisis deportiva, con el inconveniente añadido de tener que acudir a por la entrada.

El Valencia CF no estuvo ágil. No es la primera vez que sucede. Cuando se celebró el sorteo de la Copa del Rey y deparó a Las Palmas como rival, conscientes también de la importancia del encuentro, el club debía de haber tenido algo más de cintura. Y que primara el aspecto deportivo sobre el económico sobre todo después de que la afición no celebre un título ni alcance una final desde el año 2008. La medida estaba cantada: favorecer la presencia del abonado sin que tuviera que pagar la entrada. Pero se falló con rotundidad.

Posteriormente, el Valencia CF incluso dejó entrever que se había cometido un error al invitar al abonado al partido de la Liga Europa ante el Rapid de Viena. Pero la imagen de Mestalla el pasado jueves en la Copa del Rey nadie la evitó. Cada partido en una competición de eliminatoria debe haber masiva presencia de seguidores, por aquello de que la afición es el jugador número 12, porque está demostrado que es un valor añadido.

Además de que los abonados tuvieran que pagar su entrada, sin duda el principal motivo por el que no se acudió al estadio, tampoco ayuda la irregular trayectoria del Valencia. El equipo no conecta con la afición, ni con la que acude al estadio ni con la que lo abandona semana tras semana, y sólo se llena Mestalla cuando el rival es de empaque como los partidos ante el FC Barcelona o el Real Madrid.

Es cierto que el encuentro entre semana, y su horario, son un inconveniente añadido „también el hecho de que haga frío„, pero lo cierto es que si se hubieran tomado las medidas adecuadas para evitar el éxodo del coliseo valencianista, la cosa habría cambiado.