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Off the record

Suso se pone en marcha

Suso se pone en marcha

Como era de esperar atendiendo a su bulliciosa hoja de servicios y, sobre todo, al decepcionante nivel ofrecido por el vestuario semana sí y semana también, Suso García Pitarch no ha querido esperar al verano para iniciar la remodelación de la plantilla del Valencia anunciada en las páginas de Levante-EMV.

Los tres años de metamórfosis previstos en la hoja de ruta del director deportivo han comenzado por encontrar un recambio natural a Jose Luis Gayà, que incluso podría tener apariciones esporádicas desde el extremo a partir de ahora. Las prestaciones de Lucas Orban como lateral zurdo en una defensa de cuatro nunca fueron del todo convincentes. El fichaje -a coste cero- de Siqueira para los próximos dieciocho meses evidencia el profundo cambio en el modus operandi del club de Mestalla a la hora de fichar futbolistas. Y no me refiero únicamente al intermediario responsable de la operación, que también. La primera incorporación no se realiza siguiendo la tarifa plana de treinta millones de euros ni se trata de una promesa en ciernes llegada de un equipo de media tabla de la liga portuguesa. No estamos ante un movimiento estratégico que busca colocar en el escaparate a un metrosexual con tupé y pantalones skinny para revenderlo a las primeras de cambio si funciona. Como ocurriera en aquellos maravillosos años de lámparas, sofás y dobletes, la imaginación y conocimiento del mercado predominan sobre la dictadura del talonario.

En este sentido, llama poderosamente la atención que Peter Lim pusiera decenas de millones de euros en manos de la sociedad Mendes-Nuno y, ahora que dispone de una dirección deportiva al uso, se apriete el cinturón. Nunca sabremos dónde estaría el Valencia si una secretaría técnica de elite hubiera dispuesto de los 212 kilos que el magnate ha invertido en fichajes desde la adquisición del paquete mayoritario de la SAD.

Gary Neville, haciendo de portavoz de su socio en Singapur y máximo accionista, ha repetido hasta la saciedad que fichar en enero era inútil. La verdad era otra: fichar en enero simplemente no figuraba como alternativa en el plan de negocio de Meriton para el ejercicio que nos ocupa. A Suso el asunto no le viene de nuevas. Ya tuvo que convivir con las estrecheces que marcaban el código de gestión de Manuel Llorente, el presidente que nunca hubiera fichado a Pablo Aimar por el elevado coste de la operación. Lo único que cambia es que ahora debe emplear el inglés para convencer al mandatario de turno de la evidente necesidad a la hora de realizar incorporaciones.

El fichaje ya cerrado -Siqueira- y las consultas realizadas por jugadores como Albiol o Mosquera confirman el regreso de la entidad a un orden de prioridades coherente en lo que a entradas y salidas de jugadores se refiere. Si Orban no ha conseguido rendir con regularidad en el carril del tres, no cuenta con la confianza del entrenador y además hay equipos de Primera que pretenden firmarle, el club le pone en venta y busca una opción económica que pueda aportar aspectos positivos en esa demarcación. Si el equipo se bloquea a la hora de sacarla jugada y Parejo no tiene par en la posición de pivote creativo, el director deportivo explota una posibilidad de mercado -hábilmente manejada por el incombustible Quilón, que nunca pierde- y trata de firmar por 4 millones de euros a un centrocampista -Mosquera- que cumple con el perfil buscado. Si Abdennour no ha cubierto ni en sueños el vacío que dejó Otamendi, el Valencia comunica a diferentes agentes que escuchará ofertas por el tunecino y se interesa por conocer la situación contractual de diferentes centrales que puedan incorporarse al club en julio. Si dos temporadas después no sabemos muy bien si De Paul es extremo o mediapunta, la dirección deportiva busca una cesión para el futbolista argentino.

Después ya viene el entrenador y/o secretario técnico que todos llevamos dentro. Para gustos, colores. El que suscribe posiblemente no firmaría a Siqueira y se lo pensaría muy mucho con Sarabia, que también ha sido ofrecido. Pero ese ya es otro debate. Aquí de lo que se trata es de edificar un proyecto partiendo de una idea definida. Y en eso García Pitarch no engaña a nadie. Busca jugadores con cierto recorrido pero que mantengan el hambre, que conozcan la Liga y que -al menos sobre el papel- garanticen cierto nivel de rendimiento inmediato. Ya hemos tenido suficientes promesas a precio de estrella que, cuando vienen mal dadas, se esconden. Dentro y fuera del campo.

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