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Análisis

Sin meritocracia, el desastre

El mérito no ha sido la prioridad en la toma de decisiones de Peter Lim y lo está pagando el Valencia

Hijo de un vendedor de pescado de Singapur, Peter Lim es un empresario hecho a sí mismo que se formó en una universidad australiana antes de amasar una fortuna valorada en 2.400 millones de dólares. Por eso es tan difícil de entender que alguien así haya puesto el Valencia en manos primero de un amiguete (el agente Jorge Mendes) y después de otro (el inexperto Gary Neville).

La derrota del miércoles en el Camp Nou trasciende lo deportivo. Algo chirría en el vestuario valencianista más allá de la calidad individual y colectiva de la plantilla. Como si la colección de decisiones de Peter Lim tras haber destituido en su día sin venir a cuento a Juan Antonio Pizzi, actual seleccionador de Chile, hubiera emponzoñado esa caseta. Primero fue renovar con sueldos millonarios a Parejo y a Piatti, que no habían merecido tanto. Más tarde fue pagar traspasos desorbitados por futbolistas de segunda fila protegidos por el superagente Mendes y su capataz, el entrenador Nuno. Después llegó Neville y quiso cambiar el orden jerárquico del vestuario, pero de una manera confusa e indefinida: Alcácer no sabe todavía si lo han nombrado primer, segundo o tercer capitán. Él y Gayà, tras haber pasado cientos de cribas en la cantera de Paterna, están sufriendo como pocos.

El entrenador, bloqueado en su planteamiento en el Camp Nou, tampoco parece haber sido advertido por sus asistentes de que se dirigía hacia el abismo: ni los dos segundos (Phil Neville y Angulo) ni los variados analistas (entre ellos un joven oriental que los acompaña en todos los viajes).

Neville está superado por la espesa presión de entrenar al Valencia, desbordado por la responsabilidad. Solo el amor propio le impide marcharse. Como comentarista de la televisión inglesa, cobraba más de dos millones de euros al año. Lim se equivocó al reclutarlo, pero es comprensible que Neville aceptara: el Valencia fue uno de los grandes de Europa en su época de jugador.

Suso García Pitarch se enfrenta a un marronazo a los pocos días de haber conseguido el trabajo de director deportivo. La ilusión se ha convertido en angustia. Gary no es la persona idónea para esta travesía tan dura, pero en la mochila lleva la amistad con el dueño. Suso debe elegir entre lo mejor para el club o lo mejor para su relación con la dirigencia. El mérito no ha sido la prioridad en la toma de decisiones de Peter Lim. Y lo está pagando el Valencia.

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