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Entrevista

Fernando Gómez Colomer: "Yo veía la portería muy grande"

Exjugador y exdirector deportivo del Valencia (Valencia, 50 años y 553 partidos oficiales con el Valencia) fue una eminencia como jugador de Mestalla y disfrutó después de una etapa saludable como director deportivo (2008-10). Ahora comenta los partidos de Liga y de Copa para TVE

Fernando festeja su gol al Madrid en el 4-3 en Mestalla de la campaña 95-96. LEVANTE-EMV

¿Dónde aprendió a jugar?

Al fútbol se nace. Y después aprendí en la calle del barrio de San Marcelino, entre cuatro piedras, y en los patios interiores de las finchas. Antes se decía: «Me voy a la calle», y no dabas más explicaciones». Y en el colegio Salgui, una escuela puntera en aquella época junto a las del Don Bosco, Benimar, Valencia y Levante. Entrenábamos en un pequeño campo de balonmano y jugábamos, una vez a la semana, en el campo de tierra de la Rambleta. He jugado mucho en tierra, en Carabanchel, en Almería.. y cuando pasábamos a hierba, era un escándalo. Estuve cinco años en el Salgui divirtiéndome hasta que Vicente Guillot me llevó a los juveniles del Valencia.

Allí formó parte de un gran juvenil dirigido por Valdez.

Sí, Fenoll, Guaita (padre del portero del Getafe), Navarrete, Jaume, Collado, Timoner... nombres que se han ido olvidando. Y Valdez me convirtió en el centrocampista que intervenía mucho en la creación y hacía gol. Valdez me dijo: «Centrocampistas hay miles: o destacas por defender muy bien o porque haces muchos goles». Opté por la segunda.

¿Cómo era Paterna entonces comparado con lo que es ahora?

No había ni tanta exigencia de los padres con sus hijos y los clubes, ni había agentes.

¿A qué jugador ha admirado más?

Hay muchos. Mijatovic, Penev, Arias, Tendillo, Kempes, Quique Flores, Leonardo... Y otros como Sempere, Arroyo, Camarasa, Engonga... todos han cumplido.

¿Su mejor gol?

Muchos dicen que el que le marqué al Murcia: iban combinando Quique y Subirats por la derecha, recibí de espaldas a la portería y después de tres o cuatro toques de la pelota en el aire la envié a la escuadra. A mé me gusta uno en Bilbao: arranco desde la izquiera, me sale el lateral derecho, recorto y podía haber centrado pero envié el balón a la escuadra. Y uno muy difícil en Pamplona. Un centro de Alvaro con la derecha y, en vez de peinar para prolongar el balón, lo envié al segundo palo. Me fui corriedo a abrazar a Alvaro y le dije: «Lo he hecho aposta».

143 goles con el Valencia. ¡Qué pocos centrocampistas han llegado a 100 goles!

Fui el primero que lo logró. Después lo hizo Julen Guerrero y creo que no hay más: ni Xavi ni Iniesta ni Martín Vázquez... Yo veía la portería grande. Incluso partidos que nos pasaban por encima, yo enviaba una al poste o marcaba. Tenía muchos defectos, pero conseguí que no perjudicaran al equipo: me daba la vuelta porque no podía irme por velocidad, no iba al suelo si no estaba seguro de robar, si alguien me driblaba no iba detrás porque no podía alcanzarlo, sino que me iba al centro para la cobertura... Mis virtudes eran la visión de juego, la técnica para controlar y pasar, y saber colocarme para encontrar el hueco y rematar, casi siempre de primera (como Paco Alcácer). No tenía cambio de ritmo, pero mis primeros tres metros eran rápidos. Paquito me hacía muchas bromas. «A ver si gana algún esprint», me dijo en un entrenamiento de velocidad. «Fíjese en los primeros tres metros y verá cómo gano», le respondí. Y defensivamente, a balón parado, era muy fuerte. Les pedía a los entrenadores que me dejaran marcar al bueno del rival.

¿Cómo fueron sus primeros pasos en Primera?

Mi último año de juvenil metí 17 goles, hice la pretemporada en el primer equipo con Paquito, pero también marqué 12 goles en 13 partidos en el Mestalla de Paco Real. Debuté con el Valencia en enero de 1984 en Valladolid, perdimos 2-1 con los famosos goles de Minguella. La figura del veterano era importante. Recuerdo a Kempes, Arias, Tendillo, Botubot, Saura, Pereira, manzanedo, Castellanos...me tuvieron en cuenta, noté el respeto. Años difíciles para el club, tocado después del Mundial 82, el gol de Tendillo que evitó el descenso en el 83..., pero nos recuperamos pronto en lo económico y en lo deportivo.

¿Cómo era aquel presidente, Arturo Tuzón?

Muy responsable, fue uno de los grandes porque lo hizo muy bien, pero el club se hizo Sociedad Anónima Deportiva (SAD), entraron consejeros como Paco Roig y ,con la presión de los malos resultados, me dolió cómo se tuvo que ir, con la grada cantándole «Arturo, canalla, fuera de Mestalla».

¿La afición del Valencia es desagradecida?

Somos muy exigentes, pero al mismo tiempo nos conformamos con poco, no lo sé. Somos poco pacientes y nos gusta expresar a viva voz nuestro malestar. No deberíamos ser tan ofensivos. El futbolista tiene miedo al error. Dejemos tranquilo al jugador y que no tenga esa excusa.

Recuerdo un partido en que a ustedes les pitaron con un 5-0 al Burgos en Mestalla.

Sería porque en la segunda parte no marcamos ningún gol. Depende del contexto.

En sus 15 años en el Valencia, ¿con qué entrenador disfrutó más?

Con Guus Hiddink y con Luis Aragonés, aunque Espárrago me daba, con 21 años, toda la libertad por detrás del delantero. A mí me divertía Espárrago, pero a los aficionados les divertía más Hiddink. Con él, era todo con balón, tenía claro cómo salir de situaciones difíciles, fueron tres años muy buenos. Nos costaba ganar a los grandes, pero ningún inferior nos ganaba. Y Luis fue el entrenador completo: táctica, técnica, presión, trato con el futbolista. Los dos te daban una confianza total. Luis juró en arameo cuando me vio un sábado recaer de una lesión. Lo sentía más que yo. Y Hiddink, cuando lo repescó Paco Roig en el último tramo de la temporada 93-94, me preguntó cuántos goles llevaba: «Siete», dije. «Pues meterás 14», me respondió. Quedaban 7 partidos y metí 14.

Se les acusó de pechofríos.

Fuimos subcampeones de Liga con 84 puntos. Tuvimos la mala suerte de encontrarnos con el Atlético del doblete: ellos tuvieron fortuna y nosotros no. Perfectamente pudimos haber sido campeones. Pero entonces no había Champions y la UEFA era el Nápoles, Oporto, el Schalke...

¿Cómo fue Di Stéfano como entrenador?

De los que hablaba poco, le hacías caso y tenía razón. Infundía respeto. Nos dejaba jugar un fútbol bonito y se adaptó a nuestra forma de ser. Vino a suceder a Oscar Rubén Valdez el año del descenso. Yo me pasé entrenando solo seis meses porque me rompí el metatarsiano y después me lesioné del pubis. Ascendimos al año siguiente.

¿Su declive como futbolista comenzó con Ranieri?

No. Mi final comenzó con Valdano. Paradójico porque él declaró que era un orgullo entrenarme. Con Aragonés era todo y con Valdano jugué uno de cada cuatro partidos. Estuve lesionado y me infiltré cinco jeringuillas de anestesia en el pie para jugar contra el Celta. Y volví a pincharme en Turquía ante el Fenerbahce y me tuvo calentando en la banda y no entré. Al cabo de los años me lo encontré en una conferencia en Alicante y me dijo: «¿Todavía estás enfadado?». No sé si hubo una confabulación. Por ahí estaban Paco Roig y Manuel Llorente.

¿Cómo fue la experiencia en el Wolverhampton?

Debería haberme ido antes. Una de las mejores experiencias de mi vida. Esa mística de los estadios y la gente. Me expliqué porqué allí los jugadores prolongan tanto su carrera.

¿Y la etapa como director general de Deportes?

Les daba mucho cariño a los deportistas pero no mucho dinero. No tenía recursos.

Usted ha sido concejal por el PP en Chiva, ¿cómo ve la ola de corrupción que inunda al PP?

Cualquier tipo de corrupción es intolerable. Hay que hacer lo posible por evitarla y por castigar a quien la comete.

Su mala relación con el actual director deportivo del Barça, Robert Fernández, ¿realidad o mito?

Es un mito que se fraguó cuando él regresó del Barça. Lo hablé con él y hemos sido complementarios. Jugamos mucho tiempo juntos.

¿Le gusta Fran Villalba?

Se le está haciendo correr demasiado. Lo quiero en los últimos 30 metros y no tan lejos del área. Tiene inteligencia, habilidad y técnica para dar el último pase y marcar, pero necesita buenos consejeros e ir quemando etapas.

¿Qué opina sobre la plantilla del Valencia?

Es bastante mejorable de calidad. A los mediocentros les falta creatividad. Parejo no juega a uno, dos toques, no es organizador y arriesga demasiado (Xavi, por ejemplo, tocaba muchas veces con pocos toques). André Gomes, por culpa de las lesiones, ha bajado y es difícil que Feghouli alcance el niveld el año pasado. Cheryshev sí mejora a Piatti y a De Paul. Y arriba, ninguno es de más de 15 goles por temporada.

¿Hay que salvar la temporada y ya está?

Siempre he sido muy matemático, faltan 12 puntos para salvarnos y los conseguiremos. A partir de ahí, disfrutemos de la Europa League si eliminamos al Rapid de Viena, y planteemos altas y bajas parala temporada que viene.

¿Es comparable esta dinámica con la del descenso de 1986?

En aquel año había mucha gente joven y valenciana, poca experiencia, poco dinero y una dinámica negativa de años; ahora no hay problemas económicos y venimos de una buena temporada.

¿García Pitarch tiene margen para renovar la plantilla?

En cuanto a jugadores, sí. Con Gary Neville no lo está teniendo. Jorge Mendes está pensando apartarse de la gestión y García Pitarch debería tener independencia para planificar.

¿Gary Neville está capacitado?

El problema no es el idioma sino que la plantilla pierde credibilidad en él por los resultados. Su mensaje a los jugadores es positivo, pero ahí hay una postura egoísta de los jugadores, que deben tener la responsabilidad independientemente de la experiencia del entrenador. En las islas británicas, el fútbol es muy particular, y aquí debería haber un entrenador del que los jugadores pensaran: «Ojo, este sabe».

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