Esa cultura de la que hablaba estos días Pako Ayestarán se refería a esto. Uno no puede empezar a jugar bien de un día para otro. Es algo que viene de atrás. De unas estructuras, de unas ideas, de un tipo determinado de jugadores. Todo eso lo tuvo ayer Las Palmas; de todo eso careció el Valencia, un conjunto improvisado por un millonario despistado (Lim), un agente codicioso (Mendes) y un entrenador mediocre con ínfulas de mánager (Nuno). En su estreno en el banquillo, Ayestarán le dio los dos brochazos sencillos y necesarios al equipo (jugaron juntos, sacrificados y ayudándose constantemente), aunque la fórmula resultó insuficiente ante un Las Palmas muy consolidado.

La actitud del Valencia fue impecable en el Grancanaria, nada que reprochar a los jugadores, pero el fútbol tiene sus leyes y Las Palmas las ha dominado todas en las últimas jornadas. El gol inicial de Rodrigo, tras un error en el pase del portero Javi Varas, anticipó una media hora notable por parte del cuadro de Ayestarán, replegado e intenso, con capacidad también para atacar si el linier de ese lado no hubiera machacado dos posiciones claras de gol de Alcácer por falso fuera de juego.

Todo cambió al traspasar la barrera de los 30 minutos. Las Palmas fue imponiendo su enorme talento en el centro del campo (599 pases por solo 360 de los visitantes): Roque Mesa lo ordena todo para que Jonathan Viera, Momo y Tana lo desordenen. Y Willian José abra un boquete entre los dos centrales, Santos y Mustafi, tan desacertados que acabaron pegándose un tiro en el pie: el despeje a lo loco del brasileño golpeó en la espalda del alemán y acabó sentenciando el encuentro. Los dos estaban demasiado atrás, pegados a la línea de su portería.

La ola amarilla fue imparable en la reanudación. Las Palmas es un equipo de una calidad técnica exquisita, apuntalada por el carácter de Quique Setién y la contundencia en las áreas (brillante fichaje del central uruguayo Lemos y acertada la titularidad de Willian José en lugar de Araújo).

El gol anulado a Feghouli

El Valencia no pudo aguantar ese huracán por una acción instintiva de Javi Fuego, agarrando con la mano a Tana dentro del área. El penalti fue una ceremonia de máxima tensión psicológica. Viera sonrió desde el punto de penalti recordando las palabras previas con su excompañero Diego Alves («¿Vas a tirar por el centro?», Sí»). A ver quién aguantaba más. El portero cayó finalmente a su izquierda. El atacante golpeó flojo y a media altura, ligeramente escorado hacia el lado del meta. Alves tocó el balón con el pie en su estirada, pero el cuero entró muy lento en la portería. La fortuna acompañó al mediapunta , imparable toda la tarde.

El Valencia quiso reaccionar tras el gol en propia puerta de Mustafi. Alcácer no alcanzó a tocar al primer palo un centro raso de Siqueira desde el extremo izquierdo tras un excelente pase en profundidad de Rodrigo.

Respiró el Valencia cuando se marchó lesionado Viera. Ayestarán movió las piezas. De quienes entraron, André Gomes remató fatal un pase largo de Parejo. Feghouli sigue sin estar. Y Negredo, en lugar de Alcácer, habilitó de cabeza a Feghouli para marcar, pero otra vez el linier anuló el tanto por un fuera de juego inexistente.

La actitud del Valencia es positiva y la energía de Pako Ayestarán, necesaria. Ahora Mestalla debe impulsar al equipo al unísono hasta que llegue el fútbol.