La tensión se apoderó de algunos jugadores ayer, durante el partido contra Las Palmas. En el transcurso de la segunda parte se produjo un episodio que así lo evidencia. Shkodran Mustafi le hizo un gesto a Paco Alcácer, golpeando la palma de su propia mano, recriminándole delante de todos una acción y pidiéndole más intensidad.

El delantero de Torrent se sintió señalado, no se lo tomó nada bien y hizo ademán de ir hacia él. Estaba molesto con el central alemán, que ya ha protagonizado algunos episodios de este tipo a lo largo de la temporada, criticando a otros compañeros distintas acciones. Alcácer frenó en seco y, desde la distancia que los separa en el terreno de juego, ambos comenzaron a intercambiar reproches, una situación que se alargó al menos durante medio minuto. Comenzó la siguiente jugada y los dos futbolistas del Valencia, el capitán del equipo y el referente de la línea defensiva, seguían enganchados. La derrota ha dejado sensaciones muy negativas entre los futbolistas del conjunto de Pako Ayestaran.

El regusto final de la derrota fue amargo. La clasificación, cada vez más alarmante, y la concatenación de derrotas en las últimas jornadas diluyen los motivos para el optimismo, como la primera media hora de juego que se presenció ayer en el estadio Grancanaria. Empujado por el afortunado gol a los tres minutos de Rodrigo, el Valencia manejó con solvencia la situación en los primeros compases.

En ese tramo, los valencianistas fueron fieles al orden que se suele asociar a los equipos de Ayestarán. Con las líneas juntas y con ideas claras que se ejecutan con sencillez. La ventaja en el marcador daba confianza para que el Valencia se desplegara con cierta armonía y maniatando el juego alegre del rival.

En esos momentos de organización, los asistentes le jugaron una mala pasada a Paco Alcácer. En dos ocasiones, al delantero de Torrent le fue decretado un fuera de juego que no existía en jugadas que le dejaban en muy buena disposición de crear peligro. Alcácer se quejó con amargura, sin faltarle razón. Ya son reiteradas las ocasiones en esta temporada en la que el internacional valencianista se ha visto perjudica por la poca pericia visual de los líniers, a veces incluso con goles anulados. En la segunda mitad le sería anulado un gol a Feghouli por otro falso fuera de juego, esta vez en la dejada de Negredo. En la reanudación, Las Palmas dominó a placer, guiado por la frescura mental de Viera, Tana y Roque Mesa. Se puede achacar que los goles encajados fueron accidentales. Un argumento solo relativo. Tanto el claro penalti como el rebote envenenado del autogol de Mustafi revelan que el Valencia había retrocedido demasiados metros y defendía dentro del área, donde la repercusión de los errores es mayor. Alves evitó que la derrota fuese goleada.