El catastrofismo es el material literario por excelencia. Por suerte, la realidad es más prosaica. Cualquier equipo condenado a luchar por la permanencia estaría encantado con un colchón de seis puntos sobre el descenso a falta de siete partidos. En esa situación, y no en otra, está el Valencia CF. De todos los equipos que pululan por la parte baja de la tabla, el Valencia CF es, con diferencia, el que más años lleva superando ese objetivo. En 87 años de competición sólo ha descendido en una ocasión. Y fue, precisamente, por hacer una lectura incorrecta de la realidad: nadie pensaba en el descenso hasta que fue irremediable.

El Valencia de 2016 sí sabe que puede bajar a segunda división. Saberlo no comporta una responsabilidad añadida. Al contrario. Facilita la consecución del objetivo. No añade presión, no bloquea, no genera ansiedad. Saber que existe la amenaza es el primer paso para vencerla. Sólo el idiota niega el miedo. No es el caso. A ningún valencianista de corazón se le caen los anillos por bajar al fango. Ahora toca esto: ponerse el disfraz de equipo que maneje dos o tres ideas muy básicas que nos permitan arañar los puntos necesarios para seguir en primera. No hay otra.

Me encantó el guante que Pako Ayestarán lanzó el día de su presentación. ¿Y tú, que puedes hacer por el Valencia? He hecho mi lista. A veces, hacer listas ayuda. Uno sabe que puede aportar su granito. Muchos granitos crean una atmósfera. Una atmósfera positiva no mete goles pero los convoca. Ahí va la mía:

1-Ir a Mestalla el próximo domingo vestido de hincha. Camiseta, bufanda, amuletos varios.

2-Animar al equipo. Sobre todo si el partido no se pone de cara antes del minuto 70.

3- Almorzar ligero. No comer pipas. Secan la garganta, mantienen las manos ocupadas, predisponen al silbido fácil. El mejor remedio contra el estrés es animar. Lo dice el clásico: quien canta su mal espanta. Es infalible. Sólo así se explica que servidor no haya muerto en la grada todavía.

4-Esperar que la Curva Nord inicie cánticos que contagien al resto de la grada. Los fáciles, los que todo el mundo sabe. Crear un ambiente cálido, de apoyo. Ojalá la Curva lleve la voz cantante y arrastre a todo Mestalla. Necesitamos su empuje y una lectura correcta del partido desde la grada. Cantar por cantar no vale. Hay que apelar a los cánticos que empujan al equipo, a los que meten a la hinchada en el terreno de juego. El gol de la victoria puede llegar en el minuto 94. De un rebote, de penalti injusto, con una jugada maravillosa de Dani Parejo. (La veo)

5-Frenar los posibles arranques de ansiedad de los impacientes compulsivos. Te comprendo. Pero piensa en el bien común. No te dejes arrastrar por el egoísmo de la desilusión. Cuando volvamos a levantar títulos los saborearás con mucho más fervor. Sabrás que no le fallaste a tu equipo en su momento más delicado. Esa sensación no tiene precio. Los irreductibles del 86' lo saben mejor que nadie.

6-No corear consignas automatizadas para momentos de crisis. Parecen un pack instaurado por gente que no ha pensado mucho en las consecuencias de sus actos: «los jugadores no sienten los colores», «jugadores mercenarios», «échale huevos, Valencia échale huevos». Son cánticos autodestructivos. No ayudan. Pertenecen a una cultura del rencor y la impotencia que nunca da frutos. Al contrario. Sólo sirven para que Los Manolos hagan prensa rosa en su plató de Sálvame del plus. No les demos ese caramelo. Es eso, precisamente, lo que esperan. Que sigan esperando.

7-Mi entrenador siempre tiene razón. Sobre todo si no es Gary Neville. Los cambios que haga serán los pertinentes. No pienso juzgarlos hasta que acabe el partido. Y si lo hago lo haré con prudencia. No soy entrenador, no conozco los entresijos del vestuario, no es mi papel. Pago mi pase por amor al club, no para ser su entrenador. Seguro que sabe más que yo. Siete partidos no me dan margen para evaluar sus movimientos. Ergo, confianza ciega. Que sienta afecto y no tensión. Lo que él haga bien será bueno para todos.

8- No perder ni un solo minuto en menospreciar al rival. Insultar al contrario es la forma más simple de motivarlo. Es el ABC de todo manual de psicología. Lo que intimida no es el insulto. Lo que intimida es el fervor y la pasión hacia lo propio. Una grada volcada con su equipo genera respeto siempre. La fórmula es hacer visible el sentimiento, la rabia contenida y la explosión de ese amor puro y sin condiciones que todos los tontitos que menosprecian al Valencia pretenden negar mentira tras mentira. ¿Vas a darles ese momento de placer? Yo no, desde luego.

9-No entrar en discusiones apocalípticas sobre el proceso de venta, los chinos, los rusos, los que vendieron sus acciones, los que se frotan las manos ante un hipotético descenso (Crean mala sangre, restan energía).

10-No querer tener razón todo el tiempo (la opinión es esclava de la propia vanidad. Todos nos equivocamos. Yo el primero).

11-No señalar culpables (los culpables cambian de bando con facilidad. Además, un día el culpable puedo ser yo mismo. O tú. La culpa es una falacia muy recurrente. Apelemos a la responsabilidad individual. Así creceremos todos, pero sobre todo crecerá EL CLUB).

12-Releer Biografía del silencio, de Pablo D'Ors. Ideal para tomar distancia entre semana. Es sólo fútbol. Apelar a su intrascendencia ayuda a remar todos juntos cuando hay que hacerlo: en Mestalla. Partido a partido.

AMUNT SEMPRE