¿Por qué te demoraste tanto, García Pitarch? El espectáculo ha llegado a Mestalla cuando un señor entrenador, Pako Ayestarán, ha ocupado el banquillo local. Fuera quedaron los caprichos de los Lim, Mendes, Nuno y Gary Neville, que han echado a perder la temporada. Dentro ha tomado posesión el gusto por la humildad, el trabajo bien hecho y la profesionalidad, eso que Pako Ayestarán avanzó como «cultura de club». Para que luego se diga que la figura del entrenador no importa tanto. Lo que ha conseguido el técnico vasco en apenas tres semanas es convertir un grupo deprimido e inane, incapaz de ganar nadie, en un conjunto organizado, proactivo e ilusionante. Casi con los mismos jugadores, aunque parezcan otros.

El dominio del oficio de mediocentro de Javi Fuego en el primer tiempo resultó conmovedor. No permitió al Eibar ni medio respiro en su centro del campo. Dirigió la presión en campo contrario y movió la pelota con la celeridad necesaria para pillar las renuncias del cuadro eibarrés. Hubo una emboscada en el extremo derecho del ataque valencianista que sacó humo de las palmas de Mestalla. Todo ordenado por un Javi Fuego pletórico.

La banda derecha, Cancelo-Rodrigo, sacó chispas del ataque local: paredes, regates y velocidad máxima de ejecución para sentenciar al Eibar. Rodrigo parece haber comprendido por fin la trascendencia de su juego. No es un goleador y no se le debe medir por ese parámetro. Y, sin embargo, participó en los cuatro tantos del Valencia. Es un futbolista ideal, por su arrancada y manejo de la zurda, para romper las defensas. En el primer gol, bajó con la testa un centro desde la izquierda de Siqueira, prolongó con mucha sutileza Alcácer y Parejo fue arrollado por detrás por Dani García. El penalti, tras el despeje de Riesgo, lo transformó Alcácer. En el segundo, tras una combinación eléctrica entre Cancelo y Rodrigo, el lateral portugués cedió atrás y remató con mucha rabia Alcácer a gol. El tercero fue un centro precioso del propio Rodrigo cabeceado a las redes otra vez por Alcácer. Rodrigo estuvo en todas.

¡Vaya pase de Javi Fuego!

Lo mejor de Valencia de Ayestarán es que ha empezado a sentirse un equipo. Participan casi todos, tanto en defensa como en ataque. Y hasta Abdennour, un deshecho toda la campaña, siente su peso en el partido. El único que desentonó anoche fue Santi Mina. El delantero gallego no encontró la sensibilidad en los pies para conducir y regatear. Debería simplificar su juego. Alcácer estuvo superior, como acostumbra, aunque esta vez obtuvo la recompensa del gol que se le resistía.

Javi Fuego, tan crecido, intentó un pase en diagonal de 35 metros hasta el extremo derecho. Le salió. Rodrigo arrancó hacia el centro y vio el desmarque de Cancelo, que entró por el centro como una exhalación y levantó muy suave el balón ante Riesgo. Pura clase. Era la cuarta jugada de gol en la que intervenía Rodrigo. A la gente se le hurtó el fútbol durante meses y, aunque sean ahora unas pocas jornadas, quiere saborear hasta la última gota. El Valencia llega sin cadena al trecho final, liberado de tanto malo rollo tragado por la incompetencia de los dirigentes y con la fortaleza del superviviente. A seis puntos del Sevilla, Pako y su equipo se sienten capaces de todo.