El partido en Getafe, con escasa sustancia clasificatoria, deja una gran confirmación: la racha de Dani Parejo pateando golpes francos. Cuatro dianas lleva el madrileño esta temporada en un arte en el que no se han prodigado muchos valencianistas en la historia reciente del club. Para encontrar una efectividad semejante hay que remontarse a nombres ilustres como los de Gaizka Mendieta y Pedja Mijatovic. O, viajando más en la memoria, a Mario Alberto Kempes. Tres jugadores con los que Mestalla adivinaba la certidumbre del gol cada vez que plantaban la pelota en una falta.

Con una mecánica de golpeo idéntica, con parábola con un ángulo corto, colocación y velocidad, Parejo ha perfeccionado su fórmula. Sus cuatro goles lo colocan por delante de especialistas en la materia como Leo Messi (con tres) y dos más que James Rodríguez y Griezmann, tal como revelaba ayer en Twitter la cuenta estadística MisterChip. El mérito de Parejo no abarca solo esta temporada. Según esta misma fuente, el de Coslada es el primer jugador valencianista que en todo el siglo XXI marca cuatro goles en golpeos directos de falta. Pocos son los lanzadores que, en otras temporadas, se acercan a su promedio. Con cuatro o más goles en una misma campaña a balón parado solo aparecen Arango (2008-09), Cristiano Ronaldo (2010-11), y Beñat y Cazorla (2011-12).

Parejo ha refrescado el recuerdo, en los aficionados de más de 45 años, de los golpeos de falta de Mario Kempes. Con las medias caídas y barba de tres días, en Mestalla se despertaba el rumor «Keeeeempes, Keeeeempes», cada vez que el argentino disponía de una falta directa. De hecho, Marito conserva el honor de ser uno de los pocos jugadores cuyo nombre fue coreado en Mestalla. A diferencia de Mijatovic o Mendieta, los zurdazos de Kempes no revestían sutileza, pero desbordaban en potencia y colocación.

Mijatovic fue el siguiente. Sus botas eran un guante. Como anécdota, en sus primeros entrenamientos en solitario con el Valencia, ganó una apuesta a Paco Real, técnico de la casa, sobre el número de balones consecutivos que era capaz de estrellar en el larguero. Entre todos sus lanzamientos, inmortalizado queda el disparo que, bajo el diluvio, dibujó en la final de Copa de 1995, y que dejaba empatado el duelo contra el Deportivo.

Autodidacta Mendieta

Portento físico procedente del atletismo, Gaizka Mendieta fue puliendo su progresión técnica de forma autodidacta. Se fijó en los penaltis de Salenko y en las faltas de Mijatovic, para acabar siendo decisivo en muchas tardes con el Valencia a balón parado. Para no ser un talento natural, sino más bien aprendido, sus golpeos con la derecha reunían una depurada técnica.

Con menos frecuencia, otros valencianistas fueron solventes lanzadores. Fue el caso en los 80 y 90 de Subirats y Fernando, respectivamente. De forma esporádica también destacaron Rubén Baraja y David Villa, este último con goles trascendentales como el anotado al Inter de Milán en San Siro (2-2) en la Liga de Campeones de 2007.