En un retrato muy realista de la temporada, el Valencia cerró el curso en la enésima demostración de mediocridad e inapetencia. El cuadro de Ayestarán ni siquiera disparó entre los tres palos de Rulli (una vez más) y fue abatido en el minuto 93 ante una Real Sociedad a medio gas, sin nada en juego salvo la honrilla de quedar por delante de su rival. Han pasado tres entrenadores (Nuno, Gary Neville y Ayestarán), pero el equipo, mal parido en la pretemporada por Nuno y su agente Mendes, no ha escapado de la nada futbolística. Con la excepción de los tres partidos de Ayestarán que sirvieron para activar al grupo y evitar el descenso, el resto ha sido la consecuencia de una plantilla pagada a precio de oro con futbolistas de medio pelo.

El espectáculo, más que en el campo, estuvo después en la conferencia de prensa del entrenador, Pako Ayestarán, muy lúcido para explicar cómo la plantilla debe reconstruirse con futbolistas «profesionaless 100% no solo durante un rato», en alusión a la poca implicación encontrada en una parte del vestuario.

Pese a la derrota, estaba lúcido el técnico vasco, gustádose y queriendo hablar más de lo conveniente para la dirección del club. Después de asegurar que su perfil como técnico se adapta perfectamente al proyecto que la entidad está fraguando para la próxima temporada, Ayestará llegó a exponer sus sensaciones sobre el nuevo entrenador. «Lo intuyo», dijo al respecto de ese misterio sobre la figura del máximo responsable técnico del próximo ejercicio.

En ocho jornadas, Ayestarán ha conseguido hacer el trabajo para el que lo ficharon (salvar al Valencia del descenso), pero después no ha podido mantener el entusiasmo de las primeras jornadas. Lograda la permanencia, el equipo se le desplomó.

Es también un misterio que los distintos entrenadores hayan confiado antes en Aderlan Santos que en Vezo en la posición de central, cuando la diferencia de velocidad y efectividad a favor del segundo es notable.

Es de muy mal gusto silbar a un jugador lesionado. Eso hizo una parte de la grada cuando se marchó a la ducha Piatti en el minuto 36, completamente hundido tras haber sufrido dos broncas muy seguidas por sendos errores en el pase. El pequeño argentino ha completado una temporada para olvidar, jalonada por lesiones, un rendimiento bajo y el reproche inevitable de su altísimo salario (1,7 millones). Sin embargo, nunca le ha faltado ni esfuerzo ni profesionalidad. Los silbidos sobraban.

El ambiente era indefinido en Mestalla, con la gente ávida por una parte de divertirse (ovación al joven Sito cuando salió con una madeja de regates de una nube de rivales) y, por otra, de vengarse de unos jugadores tan rácanos este curso con el juego (hasta André Gomes, uno de los preferidos, se llevó una reprimenda por no encontrar el hueco para disparar tras una carrera en paralelo a la luna del área).

El partido estaba camino de un aburrimiento mortal cuando Ayestarán dio paso a Cancelo, un futbolista explosivo, por un Barragán también pasto de los abucheos. Pero Cancelo no quería moverse, tenía uno de esos días y Parejo se lo reprochó al no darle línea de pase.

Tal vez todos, menos Ayestarán, estaban deseando el final del partido y de la temporada. Hasta el árbitro, Velasco Carballo, que se retiraba anoche y, magnánimo, le perdonó la segunda amarilla a Vezo tras un entradón por detrás a Oyarzabal. El fallo de Aderlan Santos, a falta de cinco minuto, entregando un balón a Zubeldia en el centro del campo, representaba un un cruel espejo de toda la temporada.

La entrada de Negredo pareció darle brío al ataque local en el último tramo. Al final, Velasco se tragó un penalti de Mikel a Alcácer (hasta en eso le han perdido el respeto al Valencia). En este equipo está todo por hacer. Hay que empezar de cero.