Acabe o no convirtiéndose en el entrenador del Valencia la próxima temporada, Pako Ayestarán, de 53 años, piensa y trabaja como así fuera. Ayer, por ejemplo, aprovechó el receso de una parada entre la frontera de Singapur y la de Malasia para charlar con Paco Alcácer, muy apenado tras haber quedado excluido por el seleccionador español, Vicente del Bosque, de la Eurocopa de Francia en agosto. «Va a ser bueno no ir para ti», vino a decir Pako en el sentido de que, en primer lugar, va a valorar más el trabajo y el éxito colectivo como la mejor manera de llegar al éxito individual; y, en segundo lugar, con solo 22 años, le quedan 10 de alto rendimiento si así se lo propone. Era el modo de levantarle el ánimo al jugador, pero también de exigirle más para el curso que viene. A Alcácer, según Pako, le pasa un poco lo que a Steven Gerrard, leyenda del Liverpool, que siempre partía con una comprensión de la grada por tratarse en ambos casos de futbolistas preferidos por el público. Y eso puede hacerlos acomodarse. La competencia aumenta el alto rendimiento, como les sucedió a Kily González y a Vicente en el Valencia triunfal de finales de los noventa y principios de 2000. O como les sucede ahora a Cristiano Ronaldo y a Messi. Cada cual es el motor del otro.

Alcácer ha completado una temporada casi notable (13 goles en la Liga), pero puede llegar mucho más allá si no cae en la autocomplacencia. Tras la charla, el delantero parecía más animado en el entrenamiento de los chicos en Johor (Malasia) ante un millar de aficionados. «Es Paco Alcácer, internacional con España», le señaló Mario Gómez, el entrenador argentino de los Tigers Johor, a uno de sus jugadores.

Por la tarde, tras un bañito en la piscina del hotel, el capitán del Valencia también recibió el cariño de un joven hincha singapurense que acudió al local de Lladró para fotografiarse con él junto a una pancarta: «I love you Paco Alcácer (te quiero, Alcácer)».

El fútbol que le gusta a Pako

La segunda parte del Valencia en el Bernabéu en la última visita al Madrid (con un parcial de 1-2 manchado al final por una desastrosa actuación arbitral hasta el 3-2), es el paradigma del fútbol pretendido por Ayestarán: jugar en campo contrario, con mucha posesión de balón y los laterales muy profundos. Fue una ensalada de tiros contra la portería de Casilla. Cuando ataca su equipo, cada uno de los jugadores debe cubrir los espacios dejados por sus compañeros en su desorden ofensivo. Ante el auge del Atlético de Simeone y del Villarreal de Marcelino, equipos eminentemente defensivos, Ayestarán se alinea con una filosofía más alegre del juego. Ante la incertidumbre sobre si se sentará o no el curso que viene en el banquillo de Mestalla, el técnico vasco asegura estar muy tranquilo. En caso afirmativo, Pako se siente capacitado para liderar un proyecto deportivo en Mestalla, establecer unos sistemas de trabajo, crear unos hábitos de exigencia y conseguir un rendimiento constante en el tiempo.

En caso contrario, Ayestarán iniciará una nueva aventura donde pueda desarrollar ese anhelo de construir una nueva estructura deportiva, eso que el primer día llamó cultura de club. Él es un apasionado como su madre, Visitación, que tenía una tienda de ultramarinos y era una gran aficionada del Athletic.