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La fugacidad

La fugacidad

Nada ni nadie hay eterno en la vida, y mucho menos en el mundo del fútbol. La fugacidad de los momentos „los buenos y los malos„ es más pasajera de lo que puedas llegar a pensar.

Nada permanece por siempre. Futbolistas, entrenadores, dirigentes, periodistas (sí, también comenzamos un día entrando por la puerta y saliendo un tiempo después. A veces por decisión propia, a veces empujados hacia ella), todo está tan a tu alcance y al segundo siguiente pasa de largo ofreciéndote el más frío de sus desprecios. Hoy eres feliz y mañana has visto tu gloria fugarse de la manera más caprichosa. Pregúntenle a la afición colchonera que «tocaba» la Champions tras el gol de Carrasco y acabó llorando el trago. Y con ella, y acompañando moralmente en el duelo, la afición del Valencia recordando el 2001. Mismo escenario, misma portería, mismo cruel desenlace, mismo dolor al final.

Venía a referirme a la fugacidad dado que en estos días el Valencia apunta claramente a Negredo como uno de los futbolistas que debe abandonar el vestuario. Ayestarán entra pisando fuerte y ya tiene su lista de jugadores con los que no cuenta. Él es el entrenador, él decide. Está para eso. Y luego para lidiar con las consecuencias de las decisiones. Si la pelotita entra, todo irá rodado. Si no entra, habrá turbulencias. Nada nuevo bajo el sol.

No escuché a nadie en su momento criticar el fichaje del «Tiburón», por tanto hacerlo ahora sería ventajista. Todos pensamos que era un salto de calidad para el Valencia poder hacerse con un futbolista de este nivel. Dos temporadas después y atendiendo a su rendimiento, la realidad es que el salto ha sido hacia el vacío. Tras el fin de semana en Milán, Suso García Pitarch ya sabe que buscarle una salida va a ser tarea de titanes. Definitivamente, como dijo Layhoon el día en que presentaron a Ayestarán tras prescindir de Gary Neville, «Suso va a tener mucho trabajo este verano».

También estará pensando en la fugacidad Juan Albors. El ex jefe de los servicios médicos del club que fue despedido el jueves. Un día entras, otro sales. El club decide si tiene confianza en ti o no. De manera más o menos justificada, ese es otro debate. Así es esto. Aunque en el caso de Albors, que evitó una tarde de enero la tragedia que se cernía sobre el utillero Serreta, entiendo que imaginaba un final diferente „aunque lo barruntaba hace unos quince días„ a ser despedido por el jefe de seguridad del club. Hasta Phil Neville tuvo un adiós más cordial, institucional y caluroso.

«Sic transit gloria mundi», así pasa la gloria del mundo. Un día entras y otro sales. Y más tarde o más temprano nos acaba tocando a todos.

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