El traspaso de André Gomes (22 años) al Barcelona ha instalado el debate en el valencianismo. El centrocampista portugués cumplía con los requisitos que se le presuponen a un futbolista franquicia de un club: futbolista joven, con proyección y calidad, carismático para la grada. Además, por segundo año consecutivo, el proyecto de Peter Lim ha vendido al futbolista más destacado del equipo, como ya sucedió con Nicolás Otamendi (28 años) en la temporada 2014-15. Operaciones que no han sido bien encajadas por el sector de la hinchada que mostró más entusiasmo con la llegada del empresario singapurés al Valencia. Una filosofía repetida por el propio Lim en sus escasas apariciones públicas: «No se trata de gastar mucho dinero un año y al siguiente tener que vender a nuestros mejores jugadores para ayudar a la parte económica».

No obstante, los casos de Otamendi y André Gomes son antagónicos. Mientras que en el primero el club no pudo resistir la voluntad del futbolista de querer marcharse tras triunfar en su primera temporada, con el internacional luso el Valencia ha vendido a un jugador de gran gancho pero que ha arrastrado irregularidad en su juego y que no se ha erigido en el líder en el que, por condiciones, puede llegar a convertirse en un futuro.

Otamendi fue traspasado en agosto de 2015 al Manchester City en una operación que dejó 45 millones de euros. El central argentino había sido el futbolista más decisivo del equipo de Nuno Espirito Santo y en su juego se aglutinaron todas las virtudes del Valencia que selló la cuarta posición rozando los 80 puntos: poca vistosidad pero una tremenda contundencia en las dos áreas. A la seguridad defensiva se le unió la eficacia atacante. En ambas facetas, Nico fue decisivo. Sin el central albiceleste en sus filas, el Valencia no acertó en su recambio (con Abdennour y Aderllán consumió el beneficio neto del traspaso) y sufrió un auténtico suplicio defensivo. Además, también añoró la contribución de Otamendi, autor de 6 goles en Liga, en las jugadas a balón parado.

En este sentido, la salida de Otamendi se parecería más al vacío que dejaron en su día los Villa, Silva o Mata, futbolistas que también triunfaron en Mestalla y que no tenían réplica.

André, más reemplazable

Por contra, las consecuencias de la baja de André se antojan menos traumáticas en la recomposición del equipo. Con estadísticas en la mano, la incidencia de otros jugadores en el equipo, como en el caso de Dani Parejo, había sido más constante y resolutiva, aunque no gozase de los mismos índices de popularidad en la grada. Tampoco hay que ignorar que, a diferencia del verano pasado, en el que había previa de Liga de Campeones, el Valencia se ha visto con la obligación de vender, por los 40 millones que se dejan de presupuestar por no estar en la máxima competición.