«What a lovely day» afirmaba ayer por la mañana un sonriente Pako Ayestarán, camino del campo del entrenamiento. El preparador valencianista se refería al tiempo, un sol espléndido tras una semana de lluvia, que lucía en Bisham Abbey, pero también se le veía especialmente relajado, satisfecho. Hacía pocos minutos que el técnico había levantado el castigo que pesaba sobre Dani Parejo. El primer paso para la reintegración del centrocampista madrileño ya se había dado, tras cinco días apartado del equipo.

En la charla técnica mantenida tras el desayuno en el hotel Crowne Plaza de Marlow, Parejo tomó la palabra y se dirigió al cuerpo técnico para disculparse por su comportamiento en las últimas semanas, en las que rebajó su implicación en los entrenamientos para forzar su salida al Sevilla, finalmente frustrada. Al fin se cumplía la condición, una disculpa privada a toda la expedición, que había impuesto Ayestarán para rescatar al jugador de un ostracismo que había llegado hasta el punto del veto a participar en las actividades lúdicas.

Acompañado del delegado Voro González, Parejo entraba en el campo. El misterio se desvelaba tras la charla de Ayestarán sobre el césped. Parejo mantuvo un diálogo separado con el entrenador y después recogía uno de los petos verdes. Ya era uno más del grupo. La pelota echó a rodar y se escuchó un «¡Bienvenido Dani!», procedente de uno de sus compañeros

La situación del excapitán se ha desbloqueado pero la reconciliación no es todavía completa. El cuerpo técnico observará en las próximas jornadas si la disculpa viene acompañada de una actitud comprometida en el trabajo. La implicación del jugador, ya en las dos sesiones de ayer, pareció otra. Parejo entrenó con una motivación superior a la vista en todo el verano, tanto a la hora de correr y meter la pierna como de comunicarse con sus compañeros y el propio entrenador.

La inflexibilidad de Ayestarán y su rigurosidad a la hora de apartar a Parejo han provocado que el jugador acabe cediendo. Y más teniendo en cuenta que la maniobra urdida para irse al Sevilla había caído en saco roto. El club, por su parte, se ha movido con el equilibrio de un funambulista. Por un lado se estaba en la obligación de mostrarse implacable ante el pulso del futbolista, con el agravante de los capítulos de tensión como la negativa por dos ocasiones de Parejo para saltar a calentar en el amistoso disputado en Finlandia. Pero, por otro lado, el Valencia era consciente del riesgo que suponía perder a uno de los jugadores con mayor calidad técnica de la plantilla, con la dificultad de encontrar un sustituto del mismo perfil a un precio razonable.

Por ese motivo, y mientras el jugador se entrenaba cada día en solitario al margen del grupo, paradójicamente desde el club ya empezaban a escucharse voces sobre la conveniencia de rehabilitar la figura del jugador. Siempre y cuando el propio Parejo diese un paso hacia adelante y reconociese su error. Una voluntad que ha tardado varios días en manifestarse pero ante la que el jugador ha acabado cediendo.

Con Parejo en el grupo, el Valencia quiere aplicar naturalidad al regreso al trabajo del jugador. No habrá ni comunicados ni declaraciones públicas porque la idea es que el foco deje de estar sobre el jugador y se recobre la normalidad con el tiempo. Tanto el Valencia como Parejo son conscientes de que la polémica ha provocado un fuerte desgaste en la imagen del club y del futbolista. Se quiere evitar llegar a la presentación del equipo, el próximo 13 de agosto ante la Fiorentina, con la controversia todavía humeante y que se convierta en un plebiscito sobre Parejo. En el transcurso de la última temporada un sector de la afición estuvo crítico con el jugador de Coslada, que se agarró a ese descontento como uno de los argumentos para salir del club.