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Nos quedan dos meses de aguantarnos

Presidente en funciones

Qué ternura este conato de rebeldía que ha desvelado nuestras noches en las últimas jornadas porque Parejo, encastillado, agobiado por la presión e incomprensión de Mestalla, decidió atravesar el río y forzar su salida con la sutileza de las primeras veces. Dani, ayer capitán -la capitanía del VCF se ha convertido en brazalete de todo a cien, insisto-, renovó a lo Nuno, gozando de la generosidad ajena, porque entonces -se ve- no sentía el acoso del estadio y nadie perturbaba su juego.

La realidad es que satanizar a Mestalla es un argumento demasiado facilón al que asirse, usado sin compasión por unos y por otros normalmente para enmascarar otros motivos. La realidad también señala que aquello por lo que el Valencia se escandalizaba es a lo que aspira en algunos de sus intentos de contratación: el futbolista aliado presionando para facilitar o abaratar la venta. Todos en su papel. Circulen.

Lo relevante, creo, es el provecho que el club le ha sacado al trance. Cuando me refiero al club entiéndase que me refiero a Suso, el único actor principal en el Valencia al que parece circularle un poco de sangre. García Pitarch ha usado bien el órdago pachucho del parejismo para reivindicar la autoridad del VCF en sus asuntos propios. Me temo que no solo le hablaba a Parejo, sino al vestuario, a su órbita€ incluso a sus superiores, poco acostumbrados a reivindicar la autonomía del Valencia sobre aquello que le circunda.

La virulencia de Pitarch, un tipo calculador que no desgasta energía gratuitamente, respondía a la necesidad de recordarle al mundo que sigue habiendo un club de fútbol a este lado del Mediterráneo que conserva cierta independencia sobre sí mismo y es capaz de oponer resistencia a las embestidas de sus propios jugadores. El gesto seco de Suso en aquella rueda de prensa constataba la excepcionalidad de lo que debería ser normal. Pocas cosas funcionan aquí con la normalidad prevista€

Más derivadas del achuchón de Parejo. Suso estéticamente parece el presidente del VCF. Responde a las andanadas, se desenvuelve como portavoz e incluso asiste a los jugadores en su firma de contrato (aunque como la de Montoya esa firma sea sobre la mesa en lugar de sobre un folio, ajá). Mientras Layhoon Chan ejerce de consejera de asuntos sociales, Pitarch pone rostro presidencial. Los acontecimientos luego indican que en las cuestiones capitales tampoco cuenta demasiado, a merced de esa bicefalia que compone a un Valencia intentando funcionar canónicamente y a otro basado en las ocurrencias de un propietario.

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