Entre el desencanto y la resignación late el estado de ánimo del valencianismo, frustrado por el bloqueo del club a la hora de cerrar los fichajes estructurales que precisa Pako Ayestarán: un central o dos de jerarquía, un mediocentro defensivo experimentado y un goleador contrastado. Los tres fichajes concretados (Martín Montoya, Medrán y Nani) resultan atractivos, pero no resuelven los graves problemas que arrastró el equipo la pasada campaña, muy débil en las dos áreas. Quedan 20 días para el cierre del mercado estival de fichajes y Ayestarán empieza a ponerse nervioso y con razón. Tras la discreta imagen del Valencia en los amistosos en Holanda e Inglaterra, el técnico vasco la justificó por la falta de calidad de algunos de sus jugadores. Fue un grito de socorro.

Uno no se compra un club de fútbol a 12.000 kilómetros de su casa para navegar en la mediocridad de la Liga española, que fue lo que sucedió la pasada campaña. Peter Lim, dueño del club, llegó a Mestalla, en octubre de 2014, para competir con los grandes de Europa y, sobre todo, con los grandes de España, cada vez más alejado el Valencia de sus competidores directos (el Atlético, el Sevilla y el Villarreal).

El estropicio del pasado verano fue una broma pesada. Las adquisiciones de Abdennour y Aderlán Santos como recambios de Otamendi, además de los experimentos en el banquillo de Nuno y Gary Neville, dejaron la evidencia de que Jorge Mendes es un crack como agente; y un desastre como confeccionador de plantillas. Su relación con Lim y con Cristiano supone un peligro para el Valencia, por mucho que la presidenta, Layhoon Chan, intente minimizarla. La ficha de Abdennour, cerca de cuatro millones por temporada, es una montaña disuasoria para cualquier posible comprador.

El propósito de enmienda de Lim al contratar a Jesús García Pitarch como director deportivo, en enero pasado, abrió una ventana de esperanza. Los movimientos de Suso han sido razonables. También sus errores (no advirtió la lesión «crónica» en el tobillo de Siqueira, según desveló Pako, de ahí que Lato esté completando una pretemporada con tres laterales izquierdos: Gayà, Lato y Siqueira). Pero pueden considerarse aciertos suyos primero la cesión de Cheryshev en el pasado mercado invernal; la posterior destitución de Gary Neville para evitar el descenso; la salida del lastre de Negredo, Piatti, Barragán, Rodrigo de Paul y Yoel en el arranque de esta pretemporada; y las llegadas de Nani, Medrán y Martín Montoya, los tres por un precio asumible. El resultado de la valiente apuesta por Ayestarán en el banquillo dependerá del tipo de plantilla que logre proporcionarle.

En eso que, pomposamente, llamaron «cultura de club» tanto Pako como Suso al principio de su andadura juntos, a finales de la pasada campaña, cabe situar la reacción casi virulenta al parar el intento de fuga de Dani Parejo. Se sintieron los dos despechados por el jugador por quien más habían apostado para el próximo ejercicio, muy por encima de André Gomes. La venta del centrocampista portugués al Barça, negociada por Lim en Ibiza, se entendió como el pago necesario para fichar otros jugadores más relevantes que no llegan. Parejo queda en una situación muy delicada, convertido en blanco de la grada ya antes de que el director deportivo le exigiera disculpas al «valencianismo». Está el precedente positivo de Ayala, que quiso marcharse sin éxito al Madrid en 2003 y ganó la Liga de 2004. Pero Parejo no ha exhibido hasta la fecha el amor propio del central argentino.

Lince de las finanzas

Un lince de las finanzas como Lim («un genio de los números», como lo bautizó el director comercial, Peter Draper) no debería quedar varado por el desfase del fair play financiero, la justificación del club para explicar su inacción. Entre otras cosas porque ese desfase se produce por la catarata de errores del propio Lim la pasada campaña al frente de la entidad. Está a tiempo, quedan 20 días, y el entrenador, para triunfar, necesita que Lim dé vía libre a los fichajes estructurales.