Desde bien pequeño, mi sobrino ha estado siempre jugando al fútbol. Mi madre tenía una casa en Nàquera y él siempre iba allí con el balón en los pies. Entonces ya se le veía que era un zurdo nato. El balón era más grande que él, pero no dejaba de darle. Con la ayuda de su abuelo empezó en la Pobla de Vallbona, le vio gente del Valencia y lo ficharon. Su abuelo le llevaba siempre a la Ciudad Deportiva de Paterna para los entrenamientos.

Latorre es muy competitivo. Siempre lo ha sido. Le gusta ganar y no soporta perder. En aquel chalet de Nàquera había un futbolín y cuando jugábamos, si no ganaba, se enfadaba mucho. Quería ganar siempre.

Como futbolista, le veo un jugador bien dotado técnicamente, con recorrido y finalización. Me refiero a que puede hacer goles perfectamente. De hecho, en la selección valenciana sub18 ha hecho bastantes. También es muy disciplinado y, además, lee rápidamente las jugadas y sabe colocarse bien. Es un jugador de equipo, de los que me gustan a mí. Tanto él como sus compañeros del filial son muy aprovechables para el primer equipo.

Por eso, hubiera sido bonito que los hubiesen presentado con el resto de futbolistas el sábado en el trofeo naranja. Tienes una cantera ahí y la gente debe estar orgullosa de tener a los chavales en el equipo. Es bonito ver a la gente de la cantera. Además, en la pretemporada los tres canteranos han tenido muchos minutos y protagonismo. Lo mejor es que han seguido entrenando con el primer equipo sin desentonar en ningún momento.

Por último, quisiera apuntar que, personalmente, prefiero que a mi sobrino se le llame Latorre, sin diminutivos ni abreviaturas. Se trata de un apellido bonito, del que Toni está orgulloso. Para los buenos futbolistas es preferible evitar los diminutivos.