Luis Carlos Almeida Da Cunha «Nani» debutó con el Valencia ofreciendo únicamente visibles destellos. Todavía es pronto para comprobar hasta donde puede llegar la influencia del extremo portugués, pero de momento su incidencia ya se traduce en un salto de calidad en las anémicas prestaciones blanquinegras. Su sola presencia, el peso de su nombre, infunde respeto en los defensores rivales.

El jugador de Amadora ha perdido esa chispa de explosividad de los días felices de Old Trafford, pero su fútbol ofrece una versión más madura y concreta. De los centros de Nani nacieron la mayoría de acciones peligrosas del Valencia en la primera mitad. Ubicado por la banda izquierda, el internacional luso amagaba con recortes, provocó saques de esquina y colocó dos envíos de lujo, desde las dos bandas, hacia Santi Mina y Abdennour y que no se convirtieron por muy poco en gol. En pleno periodo de aclimatación, a Nani quizá le falta dar un paso adelante y pedir galones en los lanzamientos de falta y de saque de esquina.

El otro reproche fue la cartulina amarilla, vista tras una fea entrada en el medio campo, perfectamente prescindible. Nani debe medir su temperamento, que en los últimos años, desde que abandonó el Manchester United, se ha visto traducido en un aumento en su media de tarjetas, muchas veces por «calentones».

En el cuarto de hora final del encuentro, tras los cambios a la desesperada de Ayestarán, Nani se colocó como delantero centro, la demarcación en la que se ubicó con Portugal en la Eurocopa. En ese instante, sin embargo, al Valencia ya le traicionaban las prisas y no tuvo balones ni relevancia en la búsqueda del empate.