Pako Ayestarán asumía en verano que apenas iba a disponer de margen para encarar el proyecto valencianista de la temporada 2016-17. En pocas palabras, reconocía que estaba condenado a la excelencia ya que su figura había quedado bastante tocada por el mal final de Liga una vez que se garantizó la permanencia del equipo. Una renovación con dudas, las que dejó entrever el propio club en las semanas en las que se prolongó el pronunciamiento final de Peter Lim, que dejaban al técnico donostiarra a expensas del más mínimo tropiezo. Transcurridas tres jornadas de campeonato, se ha firmado el peor registro en 17 temporadas. Cero puntos de nueve posibles. El escaso crédito queda reducido a la mínima expresión y ya comienzan a sonar los nombres de posibles sustitutos, entre los que destacan Rubén Baraja y Marcelino García Toral, ya al tanto de los movimientos de banquillo en Mestalla. Ayestarán aún se ve con fuerzas de revertir la situación de un proyecto del que afirmó ser el prototipo de técnico idóneo para dirigirlo.

Ayer en la ciudad deportiva de Paterna ya se respiraba el ambiente de las situaciones de crisis. La presidenta, Layhoon Chan, y el director deportivo, Jesús García Pitarch, acudieron a las instalaciones en un gesto de respaldo público, en su peor momento, a Ayestarán. Los dos directivos no tuvieron contacto directo con la plantilla. Fue Ayestarán quien se encerró con sus jugadores durante 40 minutos antes de saltar al césped. Un encuentro en el que se repasaron errores cometidos ante el Betis y en el que el mensaje del técnico incidió en la necesidad de insistir y continuar en la propuesta de juego que hasta el momento no ha obtenido los resultados previstos.

La tensión es la lógica después de tres derrotas seguidas. El equipo está lejos de su mejor nivel después de un verano en el que las decisiones aleatorias de Peter Lim fueron variando constantemente la idea del proyecto. A inicios de agosto, ante la ausencia de fichajes, Ayestarán empezó a emitir señales de nerviosismo al entender que no tenía aún equipo por la acumulación de descartes sin salida más canteranos. Los fichajes han acabado llegando y en muchas ocasiones respetando la voluntad explícita de Ayestarán (como en la no llegada de un delantero centro de área), pero también es cierto que en otras decisiones el propietario del club ha pillado a contrapié tanto al entrenador como al director deportivo. Las salidas de Paco Alcácer y Shkodran Mustafi, por ejemplo, no estaban inicialmente previstas.

Los distintos bandazos se han hecho evidentes en un tema trascendental como la capitanía. Ayestarán ha acabado aferrándose a dos futbolistas que han llegado a estar con pie y medio fuera del equipo. Dani Parejo recogió el brazalete tras la expulsión de Enzo Pérez al mes escaso de ser readmitido en el grupo tras intentar declararse en rebeldía para forzar su traspaso al Sevilla. En el caso del argentino, pasó de descarte y de representar un «liderazgo tóxico» a ser uno de los capitanes del club. Una decisión planteada por Ayestarán ante la falta de ofertas por el exjugador de Benfica, la salida de veteranos como Negredo y la incertidumbre de mercado sobre otros candidatos al brazalete como Javi Fuego, Mustafi y Paco Alcácer „todos ellos ya desvinculados„. Una de las imágenes del entrenamiento fue ver a Enzo Pérez ejercitarse con los futbolistas que fueron suplentes el pasado domingo.

La portería ha sido otro boomerang que se ha vuelto en contra. Jaume Doménech y sobre todo Matt Ryan aceptaron quedarse en el Valencia ante la promesa explícita del club de que ellos iban a ser los guardametas del futuro y que Diego Alves iba a ser traspasado. En la decisión pesaban las buenas prestaciones y la juventud de Jaume y Ryan, así como el buen caché de mercado de Alves y el recelo del mal ambiente que podría granjear el brasileño sin la titularidad garantizada. Un argumento respetado por Ayestarán mientras estuvo abierto el mercado de verano. Alves, como tantos otros, vuelve a emerger en la montaña rusa del Valencia.