El Valencia CF es el colista de Primera división. Es el último clasificado. En solitario. La derrota ayer en San Mamés ante el Athletic (2-1), unido al empate del Celta ante Osasuna, le condenan a la última posición de la tabla.

La estadística no invita al optimismo. Porque un dato que revela que la situación del Valencia CF en el torneo doméstico es más que preocupante es que ya se llevan encajados diez goles en cuatro partidos jugados. Es decir, que el Valencia CF sale a una media de más de dos goles en contra por encuentro.

El sistema defensivo no acaba de funcionar. No es sólo una cuestión de los cuatro de atrás, aunque también la calidad es cuanto menos cuestionable, sino del sistema defensivo. Son errores globales que comienzan en la presión e los de arriba y, sobre todo, en el centro del campo. Y atrás, pese a los dos fichajes de Garay y Mangala, falta calidad.

Aún así, Pako Ayestarán no cambió el sistema de juego y se arropó para visitar al Athletic. El técnico volvió a apostar por el 4-3-3 y el resultado fue una nueva derrota. En la segunda parte, y con el marcador en contra, sí que se vio una variación de sistema y el equipo jugó con 4-4-2.

En ataque, el Valencia CF marcó. Pero aún así el equipo no aprovecha todas las opciones de gol de las que disfruta. Munir es la gran esperanza.