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Prandelli vete ya

Prandelli vete ya

Ji-ji, ja-ja. Qué divertidas las chanzas en torno a la irrefrenable necesidad del valencianismo de ensayar la combinación «Prandelli vete ya». Confirmado: suena bien. Se paladea a la perfección y se profiere con una musicalidad que no tienen otros nombres. Aporta elegancia al canturreo, empaque al grito. Qué divertidas las chanzas, qué hermoso el tuit del nieto e hijo de Prats, qué buen rollo todo (yo mismo podría haber escrito ese mensaje -´Prandelli vete ya´- sin despeinarme, desde luego) si no fuera por lo que empalaga, si no fuera por las falsedades que esconde reducirlo todo al tópico€ y si no fuera por la eficacia que representa empaquetar el universo Valencia en una simpleza de menos de 140 caracteres. No es el tuit, no es el autor, es lo que encierra.

Por partes. Qué perdidos quienes siguen creyendo que el problema a este lado del Mediterráneo es de una hinchada neurótica y caprichosa que trata a sus técnicos a golpe de desaire. Puestos a hurgar, digamos que sucede justo al contrario. En los últimos tiempos ha sido una afición terriblemente comprensiva, rozando la permisividad estoica. Pocos entornos hubieran soportado tener en sus banquillos a tipos con tan escasa experiencia y tan pobres dotes para soportar el peso del VCF.

El entorno no perjudica al equipo o a sus resultados porque se torne levantisco de vez en cuando, perjudica más cuando no lo ha estado haciendo y ha sido posible convertir al Valencia en una sala de experimentos ante el silencio y complicidad de casi todos nosotros. Con un espíritu más tormentoso elegir a Nuno, a Neville o a Ayestarán no hubiese resultado tan plácido.

Es sencillo caricaturizar las marejadas en el valencianismo porque son tantos los errores, tantas las chapuzas, que el Valencia a menudo lo pone a huevo. Pero puestos a ridiculizar al prójimo, ¿por qué no ridiculizarnos entre todos? Así sería más divertido. En las últimas veinte temporadas el Valencia lleva 18 entrenadores contratados, una cifra disparada desde hace cuatro años, indicativo severo de la mala salud de la que goza el paciente. Hay casos peores, el Madrid lleva 19. ¿Por qué no, pues, Zizou-vete-ya?, ¿es la afición del Madrid la que se carga a los entrenadores y no está conforme con ninguno? Probablemente no hay nada de eso. Quizá conocer la realidad con cercanía, añadirle contexto, espanta los tópicos de souvenir.

Al valencianismo (ni más ni menos caprichosa que el común de las aficiones; tan solo producto de sus circunstancias) le han dado demasiada ocasión para expresarse con furia y apenas las ha aprovechado. Nombres de resultados tan dispares, de épocas tan diferentes, como Pellegrino, Valverde, Djukic, Pizzi, Neville o Ayestarán puedan constatarlo. Claro que es más sencillo, menos divertido, pillar al vuelo la anécdota y desfigurar una realidad más compleja.

Ojalá se terminen las tentativas y deje de ponerse a prueba la resistencia de la hinchada. La de Prandelli es una apuesta consistente. Esta vez, pase lo que pase, no habrá frivolidad ni negligencia que reprochar en la elección del entrenador. Ya es un paso€ pequeño para el valencianismo, pero muy grande para el propietario lejano.

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