Claudio Ranieri, actual entrenador del Leicester y ex del Valencia, le ha llamado estos días a Cesare Prandelli para explicarle cómo sobrevivir en Valencia. «Tienes que buscar el equilibrio, dentro y fuera del campo», le ha recomendado Claudio a su compatriota Cesare. «El Valencia es una afición muy compleja, pero, si las cosas van bien, puede ser muy gratificante», le comentó Ranieri, que fue campeón de Copa con el Valencia en 1999 en una final apoteósica contra el Atlético en la Cartuja de Sevilla (3-0).

De hecho, en el primer pulso que ha tomado Prandelli a la hinchada valencianista ya ha encontrado afinidades con su querida Florencia y la apasionada afición de la Fiorentina. «La mentalidad valenciana es parecida a la de Florencia: los tifosi quieren ser protagonistas», dijo ayer el nuevo técnico del Valencia. Tanto Prandelli como Ranieri han entrenado a la Fiore.

Las concomitancias entre las aficiones del ambos equipos son notables. La del Valencia es muy anti-Madrid mientras la de la hinchada viola es muy anti-Juventus (en dura competencia con la grada del Nápoles). Las dos son muy exigentes y exageradas, tanto para lo bueno como para lo malo. Y si el equipo se hunde, se unen y lo sacan adelante. «Mestalla sostuvo al Valencia un buen rato frente al Atlético de Madrid», le contó ayer Prandelli a Filippo Rizzi, el periodista de la Gazzetta dello Sport.

Cuando el Valencia bajó a Segunda División, en 1986, la hinchada se abrazó al club y lo acompañó en volandas de regreso a Primera un año después. El número de socios aumentó exponencialmente. De igual manera, cuando la Fiore quebró en 2002 y bajó hasta la cuarta división, los seguidores viola la subieron en poco tiempo. Prandelli quiere que sus futbolistas sean conscientes de la pasión del público de Mestalla. Y que se acerquen incluso a la vida de la ciudad de donde brota mayoritariamente la hinchada.

«Ojalá hayamos acertado esta vez», suspira la presidenta, Layhoon Chan, sobre la elección del quinto entrenador en dos años desde la llegada de Peter Lim. El dueño del Valencia no puede fallar más. Es la última bala. El director deportivo, Jesús García Pitarch, destapó ayer el austericidio del pasado verano en el mercado de fichajes: «Había 100 millones en el aire y había que vender». Eso explica la venta de los tres jugadores más cotizados: Mustafi, André Gomes y Alcácer, independientemente de las necesidades del equipo. Y también la elección de Pako Ayestarán como alternativa más barata en el banquillo. El resultado es estar ahora en puestos de descenso, con la necesidad imperiosa de reforzarse en invierno.

Más allá de que Prandelli quiera llegar con más gente arriba para compensar la falta de un 9, la urgencia ahora es tapar la sangría defensiva. El Valencia ha recibido 14 goles en siete jornadas, 10 más que un Villarreal entrenado por el valencianista Fran Escribá.

Prandelli es un entrenador al que le gusta la posesión del balón y recuperar la pelota lo más arriba posible, lo mismo que Ayestarán. La diferencia debería estar en un mayor conocimiento del oficio para saber cómo organizarse y evitar las contras que tanto daño han causado en la zaga.

Debilidad física

Frente al Atlético, el técnico también percibió cierta debilidad física del equipo en determinandos momentos. Ya en el calentamiento, se vio una diferencia notable en favor de los jugadores rojiblancos. Prandelli entiende que el nivel técnico del equipo es aceptable. El margen de mejorar debe estar, sobre todo, en la táctica y la mentalidad del grupo.