Cesare Prandelli hizo reparto de galones en el vestuario. El entrenador del Valencia CF maneja los códigos del fútbol, y ya ha cargado de responsabilidad a los futbolistas más experimentados de la plantilla. Si Johan Cruyff hablaba de «vacas sagradas», y Quique del «Katsumoto» del equipo, Prandelli ya ha conformado un grupo de irreductibles, a los que ha señalado con el dedo, y les va a exigir que tiren de carro en estos momentos en los que la necesidad obliga.

La columna sobre la que Prandelli quiere vertebrar su Valencia CF está formada por Diego Alves, Ezequiel Garay, Enzo Pérez, Dani Parejo y Luis Nani. Para el técnico italiano, estos futbolistas están llamados a dar un paso al frente y ser la luz que alumbre el túnel futbolístico que atraviesa el colectivo. Prandelli les pide que sean guías de los más jóvenes, que prediquen con el ejemplo, que pidan la pelota en el campo, y que se ofrezcan para solucionar cualquier contingencia que surja dentro y fuera del terreno de juego. Es decir, que sean profesionales íntegros.

Suena a cultura de club, a la que se refirieron meses atrás desde Layhoon hasta el defenestrado Pako Ayestarán, pero que todavía no ha calado en Mestalla. La idea puede evocar al pasado, a tiempos inmemoriales, pero a día de hoy es necesario refrescarla. Está más vigente que nunca. Tiene algo que ver con lo identitario. Pero sobre todo es una cuestión de liderazgo. Ese del que el Valencia CF adolece y que Prandelli sólo ha necesitado quince días escasos para darse cuenta. El técnico ya tiene la experiencia de Florencia, y Valencia le recuerda mucho a aquel equipo y a aquella ciudad. Lo ha dicho en todas las entrevistas que ha realizado. Y, al igual que en el Fiorentina que Prandelli elevó hacia las cotas más alta de la clasificación, el entrenador ha comenzado por tratar de que en el vestuario se encuentren las dosis necesarias de liderazgo en los futbolistas más contrastados y que se pueda armar un bloque homogéneo, compacto y rocoso.

Ejemplo y espejo a imitar

La primera medida fue dejar entrever a cada uno de los futbolistas con peso específico, la importancia que tenían para el equipo y para el club. Y, la segunda, casi de inmediato, comunicar a Enzo Pérez que continuaría luciendo el brazalete de capitán en la manga. Debe ser ejemplo. Espejo al que imitar. A partir de aquí, Prandelli les va a exigir en el campo. Porque estos jugadores apuntan a ser fijos en el once titular. El 4-2-3-1 es el sistema elegido por el entrenador. Prandelli romperá con el 4-3-3- de Pako Ayestarán y tratará de enganchar al resto de la plantilla.