A Prandelli le salió la vena italiana en la alineación (al incluir a Abdennour como lateral izquierdo) y envió al equipo un mensaje conservador. La consecuencia fue regalar la primera parte. Fue un desastre en defensa ante el equipo menos goleador de la categoría, el Deportivo, que marcó al filo del descanso. Mejoró el Valencia justo cuando entró Munir por el desubicado Abdennour y empató en el arranque del segundo periodo. Parecía que el cuadro de Prandelli se venía arriba, pero la maniobra final del técnico italiano (dar entrada a Fede por Rodrigo, que acababa de marcar) volvió a frenar a los valencianistas, lastrado por el desacierto de Fede como extremo derecho y por la falta de movilidad de Munir como nueve puro tras la retirada de Rodrigo. En total, un empate pobre en Riazor, en consonancia con la clasificación de ambos conjuntos, y en contra de las aspiraciones de un Valencia con futbolistas mucho más reputados como Parejo, Nani o el propio Rodrigo.

La elección de Prandelli en el lateral izquierdo para suplir al lesionado Gayà iba a resultar un fiasco. Abdennour se tragó dos regates de Bruno Gama en los primeros cinco minutos, en una premonición. Garitano cargó su ataque por ese flanco, tanto con Bruno Gama como con el lateral derecho Juanfran. A Abdennour tampoco lo ayudó la laxitud defensiva de Nani. El resultado fueron dos estupendos centros de Juanfran ysendos cabezazos del turco Emre Çolak a bocajarro. El primero lo sacó con el pecho Diego Alves, que se encontró con el balón. El segundo ya no. Entró como una exhalación en la meta del portero brasileño.

El Valencia se había defendido pésimamente en este primer periodo, pero parecía marcharse al descanso sin castigo, por las paradas de Alves y por la impericia de los delanteros blanquiazules, poco acostumbrados a tantas facilidades. El calado del problema defensivo del Valencia es mayor de lo que pudiera pensar Prandelli. Se equivocaron todos: Montoya, Garay, Mangala y, claro, Abdennour.

En ataque, los desmarques de Rodrigo proporcionaron tres claras ocasiones de gol. Las tres dilapidadas por la falta de instinto goleador del delantero hispano-brasileño. La primera la echó fuera con un remate de primeras con la diestra un brillante pared entre Parejo y Nani (el linier había anulado la acción por un inexistente fuera de juego). En la segunda, un pase de Nani, le traicionó el control y se le adelantó el portero Tyton. Y en la tercera, tras un magnífico servicio de Enzo Pérez, la envió fuera cuando le venía botando y con todas las bendiciones para el golpeo. Pero ese es hasta la fecha Rodrigo: excelentes desmarques, falta de definición.

El Valencia salió muy pronto del descanso, con ganas de reparar lo estropeado en la primera mitad. Charlaban mucho entre ellos. Muy expresivo Abdennour con su compañero de banda, el portugués Nani, con muchas dudas por resolver. Prandelli no podía esperar más para hacer el cambio pedido a gritos por el valencianismo: Munir por Abdennour, nulo en defensa y en ataque.

Se trataba de cambiar a Montoya de lado y retrasar a Cancelo al lateral derecho. Bingo. El gol tardó un minuto en llegar, como si el equipo se hubiese quitado una losa de encima. El centro largo desde la derecha de Parejo, el remate cruzado de Nani y el remache de Rodrigo a escasos metros de la línea de gol. El balón traspasó la raya, aunque los deportivistas reclamaran lo contrario. La clave fue el robo anterior de la pelota de Parejo a Emre Çolak.

Toque al capitán

El Dépor jugó mucho más agresivo tras el empate. El Valencia tenía más calidad en la zona de tres cuartos de campo con Munir. El duelo se sostuvo en el alambre, podía caer de cualquier lado. Prandelli retiró a Enzo Pérez porque se había jugado la expulsión: protestó con un pelotazo al árbitro tras haber recibido la amarilla. Un capitán no hace esas cosas. Medrán le dio más tranquilidad al medio del campo.

El siguiente cambio sería Fede, buscando el efecto Riazor de un jugador que el curso pasado triunfó en el campo deportivista. Munir pasó a la posición de nueve pero el Valencia volvió a atascarse pese al maravilloso pase filtrado de Medrán a Montoya, que no pudo evitar al portero. Un lateral izquierdo llegando hasta el meta rival, nada que ver con el purgatorio de Abdennour. Quedaba el arreón final, que no llegó pese a los detalles individuales de Nani. Falta juego colectivo. Falta atrevimiento. Falta seguridad defensiva. Falta todo por construir.