Prandelli recurrió a los jóvenes para salvar un estado depresivo, después de cinco encuentros sin ganar, y asomarse a los octavos de final de la Copa del Rey. Primero Munir y después Medrán, por este orden, respondieron a las suplencias de las últimas semanas con una actuación esperanzadora. En un contexto de calidad individual bajo mínimos, Munir y Medrán, de 21 y 22 años, respectivamente, escapan de la mediocridad reinante. El primero por la naturalidad para asociarse, desmarcarse y rematar. El segundo, por su dinamismo y capacidad para filtrar el último pase, además de llegar por sospresa al área. El esquema de cinco defensas tampoco supuso una garantía. El Getafe, muy mermado por las bajas, perdonó varios goles cantados. Y Jaume, otro de vuelta tras una larga ausencia, salvó un remate a bocajarro.

Munir quitó las telarañas pesimistas de la cabeza con una volea muy sencilla para un jugador de su clase en el minuto 2. El centro cruzado de Montoya, a la espalda de la zaga blanquiazul, resultó una invitación irrechazable. Munir puso el interior de la zurda y eligió colocar la pelota junto al palo.

El Leganés reaccionó con sendas ocasiones que evidenciaban los desajustes en la zaga valencianista, estructurada como en el Sánchez Pizjuán, por tres centrales y dos laterales largos. Erraron Machís y Omar y el conjunto de Prandelli, ahora sí, se sintió liberado para jugar. Lo hicieron desde el triángulo formado por Montoya, Medrán y Munir. El lateral recordó sus mejores tiempos en el Barça y en las categorías inferiores de España con cabalgadas hasta la línea de fondo y centros precisos al área. A uno de ellos acudió a cabecear con mucha determinación Medrán, confirmando su condición de preciado llegador. La jugada vino precedida por una pared entre Munir y Medrán, que esponjaron con su técnica un centro del campo tan plomizo en los últimos encuentros. Todo empezó a encajar en las áreas para el Valencia y también la espectacular parada de Jaume al cabezazo de Insúa junto al larguero. Previamente, una impresionante chilena de Nani estuvo a punto de convertirse en el gol del año, pero golpeó en el poste.

Tan crecido se sentía Munir que, arrancada la segunda parte, se fue al córner izquierdo y retó a Sastre. El delantero magrebí probó un malabarismo con el balón, lo escondió por aquí y lo sacó por allá, acabando con un regate con un pie por detrás del otro. El defensa, al sentirse humillado, lo frenó en falta.

El Valencia se dejó llevar y Machís se encontró, en la frontal del área, en una mano a mano con Montonya, que se resbaló. Ninguno de los tres centrales estaba en su sitio y Mangala, al llegar en la ayuda, se cortó porque estaba amonestado y el árbitro ya le había perdonado poco antes la expulsión. El venezolano resolvió con un disparo eléctrico repelido por la base interior del palo. Prandelli sustituyó al imprudente Mangala por Aderlan Santos.

El Valencia perdió la chispa de Munir (sustituido) y la posición del centro del campo (desaparecido Parejo). Consciente de que la victoria era urgente para levantar la moral, Prandelli no se atrevió a hacer debutar a Carlos Soler. Prefirió a Bakkali, agradecido con una atropellada cabalgada remachada de tiro cruzado a gol. Los jóvenes, Munir, Medrán y Bakkali, cargaron de autoridad a Pradelli para que cuente mucho más con ellos.