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Análisis

Una batalla absurda de 'Relatos Salvajes'

Suso denuncia la arbitrariedad de los fichajes de Lim, pero le sobraron los ataques a empleados

Una batalla absurda de 'Relatos Salvajes'

A Jesús García Pitarch le sobraron cinco meses de su cargo de director deportivo en el Valencia: debió marcharse el 13 de agosto de 2016. En esos días, él y la presidenta, Layhoon Chan, prometían un proyecto ante las peñas mientras el dueño del club, Peter Lim, lo torpedeaba sin molestarse siquiera en informar a sus empleados. Aquella jornada en Alzira, ante 438 peñas y 1.050 comensales, Chan y Pitarch estaban convencidos de que Alcácer seguiría en el Valencia cuando ya estaba vendido al Barcelona. El engaño en ese traspaso, por lo que representaba en el imaginario colectivo y en la cultura de club, hizo un daño palpable en la credibilidad de la presidenta y del director deportivo (y, por extensión, en la confección de la plantilla). Alcácer era la viga maestra sobre la que edificar una estructura que se ha desmoronado posteriormente. Esta historia la explicó ayer Suso García Pitarch, tachando de «insensible» a Peter Lim, a fin de exponer sus limitaciones como director deportivo y su renuncia con cinco meses de retraso.

Hubo, sin embargo, poca autocrítica por parte de Pitarch y mucha tralla contra empleados del segundo escalafón (Vidagany y Murthy) siendo más generoso con los primeros espadas (Lim y Layhoon). Especialmente gratuito fue responsabilizar a Damià de la desafección con la Curva Nord cuando esa fue, la de apartar a los mayores de 30 años, una decisión de la entidad, más o menos afortunada, pero su intención era expulsar a los violentos.

El escenario, en todo caso, no era el adecuado para ajustar cuenta sino para explicar porqué la cuarta plantilla mejor pagada de España está clasificada en la 17ª posición. Y qué pudo haber hecho mejor desde su cargo.

Por supuesto que la crisis, como afirmó Suso, es «institucional» y hay que descargar todo lo posible a los jugadores de un entorno cada vez más fatalista y envenenado. Los futbolistas también han sido víctimas de un sistema perverso: la compra-venta de jugadores a precios descabellados por parte de Lim antes de la llegada de Suso a la entidad. El problema es que, tras 11 meses en el cargo, no pudo cambiar ese rumbo.

Las guerras internas entre ejecutivos no deberían haber sido del interés de los aficionados, más preocupados por el hundimiento de un equipo al que solo parece poder salvar la frescura de los jóvenes destacados el lunes en El Sadar: Lato, Carlos Soler, Munir y Santi Mina. De ellos se debería estar hoy hablando. Y de por qué han tardado tanto en saltar a jugar los dos canteranos en un conjunto donde los veteranos están superados por los acontencimientos.

El VCF parece aquel capítulo de «Relatos Salvajes», la magnífica película argentina, cuando dos tipos empiezan por un trivial conflicto de tráfico y acaban persiguiéndose en una carrera enloquecida hacia la destrucción.

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