El club transmite confianza en torno al fichaje de Orellana. Cree que puede ser una operación buena para las tres partes. El Valencia se refuerza, el Celta gana dinero y se deshace de un futbolista apartado por Eduardo Berizzo. También Voro lo ve con buenos ojos y desde la tranquilidad de que, pase lo que pase en las últimas 24 horas de mercado de invierno, está más que satisfecho con la actual plantilla siempre que esté «enchufada».

El escenario que se va a encontrar el Valencia en este último día de mercado invita a ser optimista. Hay acuerdo con el jugador por dos temporadas y media. Hasta junio de 2019. El chileno ya ha hablado con el club y espera la llamada de teléfono definitiva. Ahí no hay problema. Las trabas las pone el Celta. Principalmente porque no quiere que se quede en el fútbol español. El club vigués pide un fijo de entorno a 2 millones de euros y unas variables de alrededor de un millón que disparan la operación a tres millones. El Valencia no quiere llegar hasta los tres y juega sus bazas hasta el final.

El club tiene un informe técnico muy positivo del jugador y conoce a la perfección su historial extradeportivo. Algunos jugadores de la actual plantilla se han enfrentado a él durante los últimos años y lo han sufrido en sus carnes. Hasta el punto de que le pusieron un apodo. Por tanto, tiene el aval de algunos jugadores importantes del vestuario. Es un fichaje de rendimiento inmediato. La entidad de Mestalla ya ha pedido información de Orellana al propio Santi Mina, compañero del chileno.

Zakaria Bakkali también puede estar a la espera. El club reconoce que, si se produce la salida del belga, se hará «todo junto». La marcha de Bakkali parece condicionada a la llegada de Orellana. Una decisión que parece lógica porque mermaría sensiblemente el juego exterior del equipo sin Bakkali, sin Fede (se da ya por cedido), sin Orellana y con Rodrigo lesionado.