Un Valencia CF con ideas en ataque y concentrado para superar su fragilidad defensiva ha logrado sacar un meritorio empate en el campo del Betis, después de un partido intenso y con alternativas, jugado en el alambre. Al equipo de Voro, sujeto por el triángulo formado por Parejo, Orellana y Nani, le ha faltado una pizca de sal en el remate y, sobre todo, se ha visto perjudicado por un clarísimo penalti a favor no pitado en la primera parte, y que habría condicionado el partido a favor de los visitantes. Un punto de refuerzo para los blanquinegros, que han acabado el encuentro colgando balones al área rival. El gran lunar, la lesión de Santi Mina.

Resulta realmente complicado no apreciar la mano con la que Pezzella intercepta en el minuto 25 el rechace embocado a gol por Montoya. Es muy difícil, casi imposible, no ver el brazo extendido del central bético, el rechace muerto de la pelota, hasta casi el ruido de la mano que evitaba la ocasión manifiesta de gol. Los valencianistas, que son el equipo más castigado de todo el campeonato y de toda la historia de la Liga desde los once metros, protestaron con furia incrédula ante la decisión de Trujillo Suárez. Hasta en el descanso, suplentes valencianistas como Siqueira pidieron airadamente explicaciones al colegiado tinerfeño.

La acción era, sin duda, la más clara que podía decantar un encuentro de pulso entretenido, con constantes noticias en las dos áreas. Voro agradeció poder reunir a Parejo, Nani y Orellana. Un triángulo que garantiza al Valencia presencia sobre el césped, fases de dominio con posesión y calidad en el último pase. Desde esa premisa, los visitantes se erigieron en los dominadores de la primera mitad.

Al Valencia solo le faltaba algo más de veneno rematador, de la sensación de peligro que sí ofrecía, en cambio, un Betis mucho más práctico y hábil para adivinar las deficiencias de su rival en el repliegue. En ese trozo de campo entre la espalda de Mario Suárez y los centrales, Rubén Castro encontró el espacio para armar un disparo que se estrelló en la cruceta de Alves, en el minuto 7. En el 18, Gayà sacaba bajo palos una ocasión precipitada en una alocada salida de portería de Alves.

Los blanquinegros acumulaban las intenciones, las buenas asistencias de Nani a las que por poco no llegaba Santi Mina, cómodo de nuevo en la posición del 9, tras perderse en banda la noche del Éibar. Además de la jugada del clarísimo penalti, originada en una buena incursión de Munir, a Parejo se le escapó por poco un peligroso golpe franco y Gayà obligó a Adán en el 44 a sacar una mano cambiada para desviar un zurdazo que marchaba a la misma escuadra. Eran los minutos agitados antes del descanso, en los que el Betis encerró al Valencia en un par de arreones de recortes dentro del área y remates a bocajarro sacados con dificultades.

En la segunda parte el Betis, manejado con astucia por Dani Ceballos, continuó hurgando en la inseguridad defensiva valencianista con el disparo al poste de Álex Alegría. Tras esa ocasión, se abrió el cielo sobre el Villamarín con una gran tromba de agua. Voro tuvo que mover el banquillo con la preocupante lesión de Santi Mina, que se marchó llorando. Zaza no logró entrar en juego y cada intervención acababa en falta. Más oportuna fue la sustitución de Santos, desbordado y con tarjeta. Abdennour aplicó seguridad y contundencia.

El partido fue tomando color verdiblanco con los minutos. Solo Parejo, expuesto a una segunda amarilla, intentó desde en el 64 un disparo tímido de media distancia. Tocaba sufrir. Alves sacó su primera mano salvadora para desbaratar un cabezazo picado de Castro.

No obstante, en el último tercio, el Valencia se animó a sumarse al ataque, revitalizado por Cancelo. El lisboeta buscó un zurdazo, repelido por Adán y ha acabado el encuentro dominador, buscando la victoria, mientras el público local abandonaba sus butacas, resignados a conformarse por el empate.