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Entre cuatro paredes

Entre cuatro paredes

Los arbitrajes infames que el Valencia está sufriendo a lo largo de la temporada han disparado todo tipo de teorías de la conspiración en el entorno. Manos negras, intereses ocultos contra Peter Lim, conspiraciones judeomasónicas para el hundimiento del club€ Pamemas. Cada uno es muy libre de pensar lo que considere, pero lo que está ocurriendo es bastante más sencillo de interpretar. Por ejemplo, en el caso de la mano de Germán Pezzella durante el partido contra el Betis. Un penalti como un castillo. Analizando diferentes repeticiones de la jugada, se observa con nitidez cómo el colegiado, el canario Trujillo López, está colocado de forma que le es imposible ver de forma detallada la acción. El mismo Montoya rematando a gol y, sobre todo, el bético Petros obstaculizan notablemente su ángulo de visión. Este error en el posicionamiento del trencilla, unido a la falta de ayuda por parte de los asistentes „que sí tienen que pronunciarse de inmediato, como lo hace Voro desde una posición muy próxima a la del cuarto árbitro„, explica el perjuicio sufrido por el Valencia en el barrio de Heliópolis.

Descartada la teoría de la conspiración, sí son evidentes numerosos errores en contra desde comienzo de la Liga. La primera amarilla a Munir en Gran Canaria, la rigurosa expulsión de Carlos Soler contra el Eibar dejando sin castigo al provocador Escalante o el fuera de juego posicional de Luis Suárez gracias al que Messi hizo el 0-1 en el Valencia-Barça son algunos de los primeros ejemplos que, de memoria, saltan al teclado. Para un equipo incapaz de sobrepasar la frontera de los 20 puntos a estas alturas de la temporada, castigado mentalmente por la presión añadida que supone verse tan cerca del descenso, cada decisión arbitral en contra supone un crochet en el mentón.

Ante situaciones como la que nos ocupa, la mayoría de los clubes desarrollan un trabajo de fontanería, casi siempre entre cuatro paredes, para cambiar la tendencia de los arbitrajes recibidos. Los grandes y los que no lo son tanto recurren a ese directivo bien considerado en la RFEF, ese exárbitro que ahora hace las veces de delegado o a ese presidente de territorial bien considerado por Villar para dar un toque al estamento arbitral. El que no llora no mama. Pero, ojo, en privado. Si la queja es pública y con sesgo populista, como ya ocurrió con la «tournée» mediática de Jesús Vicente García Pitarch tras el encuentro contra el Barça antes reseñado, el riesgo de desatar un efecto boomerang es enorme.

Si los jugadores del Valencia esperan que algún miembro del actual consejo de administración exhiba músculo para cambiar la inercia de los arbitrajes, que lo haga sentado. ¿Se imaginan a Kim Koh o Anil Murthy bajando a la caseta de Trujillo López en el Villamarín o plantándose ante el despacho de Sánchez Arminio o Díaz Vega? Yo tampoco. Del director deportivo „interino„ no esperen heroicidades. Alesanco es feliz en Paterna, chandal en ristre, con su contrato multi-anual en el cajón. El sábado, mientras en el vestuario del primer equipo cundía la indignación por el penalti birlado, él hacía la siesta antes de presenciar en directo el derbi de filiales contra el Villarreal. Menos mal que dentro de nada Layhoon regresa de Singapur con una estructura deportiva galáctica pensada al detalle para solventar éstos y otros problemas. Que no siga res.

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