Las piezas empiezan a encajar para el Valencia, favorecido ayer por un viento de cola después de varios meses sumido en una maldición. Voro le ha dado estabilidad al equipo, los jugadores quieren agradecérselo con juego y el club por esta vez ha contribuido a la mejoría con los fichajes de Orellana y de Zaza.

La hiperactividad de Orellana resulta una bendición para el Valencia, presente el chileno en todas las parcelas del campo con criterio y energía. Libera, de paso, a Parejo, más cómodo en el origen del juego que en el último pase. En eso es un especialista Orellana, como se pudo apreciar en el primer tanto local: pase en diagonal a la llegada de Nani, que remató de primeras con la zurda. Tic. La celebración del extremo de origen caboverdiano no dio pie a su particular voltereta: demasiadas rabia acumulada, demasiadas frustraciones para un campeón de Europa que no esperaba tantos tumbos en su aventura valenciana.

El medio campo de Voro mostró autoridad gracias al trabajo en la recuperación de Enzo Pérez (otro ganado para la causa por el entrenador de L´Alcúdia) y a la sobriedad de Parejo, siempre pendiente de las coberturas. El Athletic apenas opuso resistencia, afeitado por una alineación pensando en la vuelta ante el Apoel, el jueves en la Liga Europa, sin Aduriz, Beñat ni Williams, los tres tenores del conjunto de Valverde. Ni siquiera Raúl García, una pesadilla para los árbitros, presentó esta vez su fiereza para protestar. A las adversidades se unió la lesión a la media hora de Laporte, lo que facilitó la aparición por fin de Zaza como delantero.

Fin al calvario de Zaza

El italiano, de 25 años, ha sufrido un calvario desde el verano, atormentado desde el penalti errado en la Eurocopa contra Alemania, deprimido después por su inadaptación a la Premier con el West Ham. Tampoco le fue fácil la entrada en Mestalla, presionado por su baja forma y por los 16 millones de compra obligatoria del club de Mestalla si el jugador alcanza los 10 partidos (ya lleva la mitad). Las palabras en la previa de Voro, siempre tocando la piel de los futbolistas,ayudaron a desbloquearlo. Y el pase sublime de Munir, al lanzarlo en carrera hacia el mano a mano con Iraizoz.

Zaza engañó con el cuerpo a Iraizoz amagando el tiro al palo largo y optando por el corto. La liberación de su primer gol en meses la expresó con una contención inesperada: tanta energía acumulada la tradujo en inexpresividad. Pero la profesión iba por dentro. Y, a partir del gol, Zaza enseñó algunas de las virtudes de delantero que lo llevaron a jugar con La Azzurra: el control orientado con una zurda delicada y la determinación para rematar a la mínima ocasión. Eso sí, debe mejorar mucho en su condición física: Bóveda le ganó un esprint muy claro en el segundo tiempo.

La jugada del 2-0, al filo del descanso, reflejó el impulso de Parejo desde la medular, la dejada de espaldas de Orellana y la imaginación de Munir para adivinar la carrera al espacio de Zaza. Tres centrocampistas para disfrutar.

Valverde amenazó con el séptimo de caballería en el arranque del segundo tiempo (entraron Williams y Aduriz), pero el tirón sufrido por el veterano delantero abortó el intento. Completados los tres cambios, el Athletic iba a disputar el segundo perido con 10. Mestalla ovacionó a Aduriz con doble significado: admiración y cariño por un exjugador; y alivio porque se marchaba el verdugo de Ayestarán en la primera vuelta en San Mamés. Al Valencia le faltó soltarse en ese tramo con todo a favor. Quizá pensando en los compromisos inmediatos (el miércoles ante el Madrid en Mestalla y el sábado en Mendizorroza frente al Alavés). Y en las penurias de la clasificación. Williams dejó en evidencia a Garay con un regate de espuela desaprovechado por su mal disparo ante Diego Alves.

El Valencia es otro desde la llegada de Voro, convencido de que este equipo, si se quita la amenaza del descenso, ofrecerá al público de Mestalla fútbol de calidad.