Golpe de autoridad del Valencia de Voro González, que este mediodía ha goleado a placer a un hundido Granada en el Nuevo Los Cármenes, en un encuentro sentenciado en la primera mitad con dos goles de Simone Zaza en la primera mitad, con un Carlos Soler que volvió a rendir a un nivel superlativo en la dirección del juego. La contundencia de la victoria, la tercera consecutiva, con la que se solventa de sobra la permanencia, refuerza también la candidatura del técnico de l´Alcúdia para seguir un año más en el banquillo blanquinegro. Quedan siete jornadas, que el Valencia debe aprovechar para confirmar su buen nivel actual y sentar las bases del proyecto del próximo año, que debe ser el del renacimiento.

El primer cuarto de hora de juego ofreció el falso espejismo de un intercambio de golpes entre los dos equipos. La iniciativa y el control del juego siempre habían sido del Valencia, con la consolidada pareja formada por Dani Parejo y Carlos Soler rozando la excelencia. Se complementó muy bien a sus espaldas Álvaro Medrán, que ha aguantado con humildad y sin levantar ni una sola palabra el ostracismo derivado por la irrupción de Soler en la élite. El cordobés estuvo impecable como mediocentro defensivo.

A poco que el Valencia triangulase, deshacía la resistencia de un Granada reducido a un manojo de nervios. El estadio de Los Cármenes se llenó y empezó animando con energía, consciente de que su equipo se jugaba probablemente la última carta de seguir luchando por la permanencia. Pero con el primer gol de Zaza, la matinal se volvió crispada, con gritos sin piedad alguna hacia el palco y el banquillo de Lucas Alcaraz.

Con esa perseverancia innata, Zaza va tumbando las leyendas apresuradas en torno a su figura. Contra el Granada demostró que tiene olfato goleador, fruto de la insistencia de Voro en que no solo reciba de espaldas, sino que además ataque el espacio, y mire más a la portería rival, aprovechando su intimidatoria capacidad de remate. Ya había avisado con un disparo lejano que botó cerca del palo de Ochoa, y en el 18 picó de cabeza, como corresponde a un "nueve", un centro lateral de Montoya.

El Valencia aprovechó el estado de descomposición de un Granada abrumado para sentenciar, dos minutos más tarde. La jugada la inició con un gran cambio de orientación Medrán. Desde el extremo fue Santi Mina, sustituto de Orellana, el que mandó un centro raso que rebañó en el segundo palo Zaza, que había escuchado cánticos ofensivos del sector más radical de la grada después del primer tanto. El clamor de todo el estadio contra el Granada pasó a ser ensordecedor con el 0-2.

Fueron los minutos en los que el Valencia pudo haber redondeado la cuenta con más goles. Zaza perdonó el hat-trick al fallar la ocasión más clara en la finalización de una contra. Soler intentaba sorprender a Ochoa desde 40 metros. A Santi Mina se le anulaba el tercero por fuera de juego. Todo parecía en orden, y apenas había distracciones defensivas. El nivel de Toni Lato, novedad en el "once" por (el aclamado por la hinchada local) Siqueira, fue de nota. El zurdo rubio jugó con la destreza de un veterano.

Alcaraz movió el banquillo con el intento desesperado de buscar un tanto rápido, pero más allá de algún disparo lejano, Alves permanecía casi inédito. El Valencia pasó a gustarse, con continuos toques de rondito en campo rival. De una de esas asociaciones nació el tercero, con un sublime Soler para asistir a Santi Mina, que hizo el tercero.

Faltaba todavía media hora y muchos aficionados comenzaban a abandonar el estadio. Un resbalón de Alves propició la jugada del gol de Ezequiel Ponce para recortar distancias. Era la ocasión del Granada para agarrarse al partido y soñar con la remontada. Pero a Ponce se le ocurrió celebrarlo con un "Cancelo", es decir, mandando callar a la grada. La reacción unánime de todo el estadio fue rotunda. Bronca y "Ponce vete ya". La misma respuesta que tuvo Mestalla con el lateral portugués. Esta mañana incluso se han llegado a aplaudir las patadas que ha recibido. En tiempos de crisis, los jugadores deberían medir mejor su compromiso con los aficionados y con la institución a la que deben servir.

El Granada, movido por el orgullo, apretó, notó el mayor criterio aportado por Samper, último cambio de los nazarís. Voro renovó el ataque con Munir y Orellana, recibido en medio de una sonora pitada por su ex hinchada. No suele dejar con buen sabor de boca sus clubes, el chileno. Justo lo contrario que Siqueira, con un recuerdo muy grato. Con el partido definitivamente roto, el Memo Ochoa desbarató una doble ocasión de Munir y Carlos Soler. El meta mexicano volvió a evitar el tanto del mediocentro. Lato también tuvo su opción. El Valencia llega a las últimas jornadas en su mejor momento.