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Dos científicos y el maestro

Dos científicos y el maestro

Entre los abrazos sinceros, las risas y los reencuentros, Fernando Gómez Colomer se refirió ayer a Subirats como El Maestro, una muestra de pleitesía de un grande hacia otro más veterano. El propio Fernando y su compañero Arroyo eran conocidos por el entrenador, Alfredo Di Stéfano, como Los Científicos. Entre los tres formaron, en la temporada del ascenso, un medio del campo sublime, de los mejores de la historia del club.

Fueron precursores de un estilo de juego que después sería hegemónico en el mundo a cargo sobre todo del Barça y de la selección española. «Éramos un centro de campo más de ahora, moderno, sabíamos jugar. En una época en que todo era más físico», se relame Arroyo, el más creativo de los tres, tan exiquisito como frágil, amenazado siempre por unos detractores implacables con su imprevisibilidad.

«Y decían al principio que los tres juntos no podíamos jugar en Segunda, donde se suponía que no se podía hacer buen fútbol», sonríe al contarlo Javier Subirats, el más veterano del trío: pasitos cortos, regates fáciles por la banda y el balón donde quería (normalmente en paredes y pases en profundidad al lateral Quique S. Flores, la pareja de oro de aquella Liga, iban sobrados).

«Teníamos mucha calidad técnica y nos dedicábamos a crear», añade Fernando, que recuerda un gol de volea al Oviedo a centro del lateral izquierdo Revert. Uno de sus nueve tantos, los mismos que el delantero Alcañiz (ausente ayer) y uno menos que Quique, según sus cuentas. A Fernando le costó entrar en el once porque venía de una lesión y Di Stéfano no lo conocía. Además de un prodigio con el balón, Fernando era un dominador del área contraria: «La portería rival siempre la veía muy grande».

¿Y el de la chaqueta verde? El verso suelto en ese centro del campo fue Bossio, mediocentro uruguayo duro y humilde contratado por el secretario técnico, Roberto Gil, para darle colmillo a esa medular de seda. Lo había seguido en el Mundial de México 86. Se dedicaba a correr para que los otros disfrutaran con la pelota. Y ayer confesó un par de anécdotas jugosas. Al segundo partido le pidió a Di Stéfano que cambiara de esquema: no estaba cómodo al jugar en línea y le pidió a don Alfredo probar el rondo. «Yo los saco a jugar y ustedes se ordenan como quieran», respondió Di Stéfano. Nada más llegar a València, Bossio sufrió un cólico nefrítico en plena madrugada y llamó a Ricardo Arias, que vivía cerca de Mestalla, como él. Le acompañó a urgencias.

Salvo excepciones (Revert, Antonio o Jon García), todos desarrollaron una espléndida carrera de más de 10 años en Primera. Devolvieron al VCF a la élite. Se adelantaron al fútbol que vino después.

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